domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 15

Cuando Me Enamoro
Capítulo 15

Dos Días después…
V: ¿Qué tal te fue hoy en la escuela? (preguntó Victoria a Cristina el lunes por la noche mientras cenaban.  Había esperado lo suficiente antes de preguntar.  Si cualquiera de las jovencitas estaba no estaban dispuestas a realizar un intento de reconciliación, ya sería tiempo de que Ella y Marcos lo hicieran, pensaba Victoria).
Cristina se encogió de hombros.
C: Bien, supongo.
Victoria se dio su tiempo para comer la ensalada, fijando su atención en el plato y no en su hija.
V: ¿Qué calificación obtuviste en la tarea de matemáticas en que te ayude?
Cristina alzó los ojos al techo.
C: Bien aunque…
V: ¿Cómo? ¿No estaban correctas las soluciones?
C: Las respuestas estaban bien, pero la maestra me dijo que las ecuaciones ya no se resuelven así.
V: Oh... lo siento.
C: Otros padres cometieron el mismo error.
Era un consuelo, pensó Victoria.
C: Muchas de nosotros lo hicieron mal.  Incluso Nicole.
V: Entonces, ¿viste hoy a Nicole?
C: No podía dejar de verla.  Su pupitre está en la fila junto a la mía.  Pero si estás pensando lo que creo que piensas, olvídalo.  No necesito una amiga como Nicole Guerrero.
Victoria no hizo ningún comentario, aunque prácticamente tuvo que morderse la lengua.  Se preguntó cómo se las estaría arreglando Marcos.  Mantenerse al margen de la discordia entre las jovencitas estaba resultando cada vez más difícil.  Era evidente que Cristina se sentía muy triste sin su amiga, pero comentarlo resultaría contraproducente.  Cristina tenía que reconocerlo por sí misma.
El teléfono sonó cuando Victoria estaba terminando de lavar los trastos.  Cristina estaba en el cuarto de baño, de modo que Victoria contestó la llamada.
V: ¿Diga?
M: ¿Victoria?  Mi amor, como te extrañé.  ¿Cómo va todo con Cristina? (preguntó Marcos).
El corazón de Victoria se hinchó de emoción.  No hablaba con él desde el sábado y le parecía como si hubieran pasado meses sin escuchar su voz.
V: Las cosas no van muy bien. ¿Y contigo, qué tal está la situación?
M: No mucho mejor. ¿Sabías que Cristina tuvo la osadía de almorzar con Nora hoy?  En caso de que no lo sepas, Nora es la peor enemiga de Nicole.
V: ¿Nora? (Victoria apenas podía creer lo que oía).  Pero a Cristina ni siquiera le simpatiza esa niña.
M: Ojalá que nuestras hijas se apresuren a reconciliarse (dijo Marcos).  Francamente, Victoria, te echo mucho de menos, necesito de tí.
V: Sólo han pasado dos días (repuso Victoria, pero debió morderse la lengua; a ella le había parecido una eternidad ese breve lapso de tiempo).
M: Me parecen como dos años.
V: Lo sé (dijo ella con suavidad, cerrando los ojos y saboreando las palabras de Marcos).  Pero, de cualquier manera, recuerda que decidimos esperar una semana, sino se arreglan nuestras hijas, nosotros íbamos a intervenir.
M: He estado pensando las cosas y creo haber hallado una idea que nos sacará de nuestra desdicha.
V: ¿Cuál?
M: ¿Qué tal si vamos al cine? (preguntó él en tono ansioso).
V: Pero, Marcos...
M: Mañana por la noche, tú puedes llevar a Cristina y yo a Nicole al cine, para que de manera aparentemente accidental nos encontremos allá.  Si las cosas resultan como yo espero, no tendremos que hacer nada.  La situación se resolvería casi por si sola.

Victoria no estaba tan convencida, pero la idea de estar con Marcos era demasiado incitante para negarse.
V: Está bien (accedió).  Siempre que me prometas invitarme rosetas de maíz y tomarme de la mano.
M: Lo prometo.
El martes por la noche, Cristina estuvo inusualmente callada a la hora de la cena.  Victoria había preparado la comida favorita de su hija, macarrones con queso, pero la niña apenas tocó su platillo.
V: ¿Te gustaría ir al cine? (preguntó Victoria, con el corazón en la garganta.  Por lo regular Cristina saltaría de gusto ante la sugerencia, pero esta noche Victoria no podía prever nada).
C: Mañana hay que ir a la escuela y, además, no estoy de humor para ir al cine.
V: Pero dijiste que no tenías tarea escolar y, además... el otro día me dijiste que tenías deseos de ver la última película de Tom Cruise (los ojos de Cristina se iluminaron por un instante, luego volvió a desanimarse). Y no te preocupes, no tendrás que sentarte conmigo (agregó Victoria en tono alegre).
Cristina lanzó un enorme suspiro.
C: No tengo con quien más sentarme (dijo con una mueca de tristeza).

Cuando llegaron al estacionamiento del cine, Cristina rompió el silencio que había mantenido durante el trayecto.
C: A Nicole también le gusta Tom Cruise.

Victoria no replicó nada, preguntándose si las jovencitas llegarían a descubrir la estrategia de Marcos y ella.
C: ¡Mami! (exclamó Cristina).  Allá vi a Nicole.  Está con su papá.
V: Oh, no (repitió Victoria, con el corazón haciendo cabriolas su pecho).  ¿Quieres decir que deseas que nos regresemos a la casa?
C: Por supuesto que no (respondió Cristina.  Prácticamente saltó del coche en cuanto su madre apagó el motor, y se volvió a mirar a Victoria con ansiedad cuando ésta no cruzó el estacionamiento con suficiente prisa para alcanzarla).

Llegaron a la fila, como ocho personas detrás de Nicole y su padre.  Victoria no sabía qué hacer después.  No estaba ni siquiera segura de que Marcos las hubiera visto.  Si las había visto, estaba actuando de maravilla su papel, como si todo esto hubiera sucedido por coincidencia.
Cristina no se quedaba quieta. Varias veces miró, alargando la cabeza, a la pareja de padre e hija que estaba adelante de ellas.  Cristina tarareaba como sin darse cuenta la canción que habían interpretado en el festival escolar.
Nicole se volvió entonces, parada de puntas y mirando a la gente que estaba detrás de ella.  Tiró de la manga de su padre y, cuando él se inclinó, le musitó algo al oído.  Marcos fingió sorpresa al ver a Victoria y Cristina.
Cuando entraron al cine, Marcos y Nicole habían desaparecido.  Cristina miraba en todas direcciones mientras Victoria permanecía de pie ante el mostrador de las golosinas.
V: ¿Quieres rosetas de maíz?
C: No, sólo pasitas de chocolate.  Mami, dijiste que no tenía que sentarme contigo. ¿Lo dijiste en serio?
V: Sí, nena, no te preocupes.
C: ¿De veras?
V: De veras.  Ve a sentarte sola donde quieras.
C: Está bien (Cristina tomó su golosina y se fue antes que Victoria pudiera decir otra cosa).
Como todavía faltaban algunos minutos para que proyectaran la película, la sala estaba bien iluminada.  Victoria encontró un asiento en la parte de atrás y notó que su hija estaba sentada casi hasta adelante.  Nicole estaba en la hilera de atrás.
M: ¿Está ocupado este asiento?
Victoria alzó la cabeza sonriendo al escuchar la voz de Marcos.  Él se sentó a su lado, se dieron un beso y le tendió una bolsa de rosetas de maíz y un vaso con refresco.
M: Sinceramente espero que nuestra treta dé buen resultado (murmuró él).  Porque si Nicole me ve sentado junto a ti, podría colgarme por alta traición (un brillo malicioso asomó a sus ojos).  Pero vale la pena el riesgo. ¿Te dijo alguien que tienes una boca muy besable?
C: Marcos (murmuró Victoria con apremio).  Mira.
Cristina estaba sentada torcida hacia atrás en su asiento, Nicole se inclinaba hacia delante.  Cristina dejó caer un puñado de pasas con chocolate en la mano de Nicole y ella le ofreció luego rosetas de maíz.  Después de algunos de estos intercambios, las dos jovencitas se pusieron de pie y se cambiaron a otra hilera, donde se sentaron juntas.
V: Parece que las cosas marchan como esperábamos (susurró Victoria).
M: Así es (sonrió Marcos, pasándole el brazo por el hombro).  
Ambos miraron a sus hijas charlar y reír animadamente, y sonrieron ante el sonido de sus alegres risillas.


Continuará…

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