lunes, 2 de diciembre de 2013

Capítulo 18

Cuando Me Enamoro
Capítulo 18

Cristina salió de la sala balanceando los brazos y dando pequeños saltos.  Marcos esperó hasta que oyó cerrarse la puerta de la habitación, luego cruzó la sala en dirección a Victoria.  Se detuvo de repente, frunciendo el entrecejo.
M: ¿Se supone que Cristina no puede mencionar mi nombre?
Victoria se medio encogió de hombros, mirándolo a los ojos.  Marcos estaba más guapo que nunca y su sonrisa la derretía.  Sus ojos parecían acariciarla con una ternura y un ansia dolorosa que provocó en ella extraños cosquilleos en todo su cuerpo.
V: Me alegra verte (murmuró Victoria con voz insegura).  Dio unos pasos hacia él.
Cuando Marcos extendió los brazos hacia ella, un profundo suspiro brotó de sus labios y la tensión desapareció de sus facciones.
M: Caramba, Victoria, me tuviste en suspenso durante diez días (la abrazó con fuerza, con la intensión de transmitirle toda la necesidad que tenía de ella).
Victoria se empapó de su calor y, cuando los labios masculinos encontraron los de ella, se rindió con un suave suspiro de dicha.  Estar en brazos de Marcos era como regresar a casa después de un largo viaje y descubrir lo bien que se sentía y darse cuenta cuanto lo extrañaba.  Era como caminar bajo el sol después de una mala tormenta, como tomar en la mano la primera rosa del verano.
Una y otra vez la boca de Marcos buscó la de ella en una serie de apasionados besos.  El sonido de una puerta al abrirse hizo que Victoria se apartara con presteza.
V: Es Cristina (murmuró).
M: Lo sé, pero no me importa (Marcos la mantuvo ceñida por otro rato).  Está bien (susurró), tenemos que arreglar algunas cuestiones.  Hablemos.
Victoria lo condujo a la cocina, donde podrían tener algo de intimidad.  Automáticamente tomó dos tazas y las llenó con café.  Se sentaron a la mesa, uno enfrente del otro, pero aun así parecía demasiado lejos.
Una vez más, Victoria bajó la cabeza a su humeante café.
M: Sabes, deseaba que hubieras llamado algunos días antes.  Por lo que a mí respecta, te tardaste nueve días de más en entrar en razón.
V: Yo...
M: Lo sé, lo sé (dijo Marcos antes que ella pudiera enumerar sus excusas).  Está bien, hablemos.
Victoria logró sonreír.
V: ¿Por dónde comenzamos?
M: ¿Qué tal sobre lo que sucedió la noche de la fiesta?
De inmediato el estómago de Victoria se contrajo.
V: Sí, bien, supongo que debo ser honesta y confesarte lo intimidada que estaba por tu importancia.  No estoy acostumbrada a verte como presidente de una gran empresa.  Y después, cuando te fuiste con Violeta, comenzaron a sangrar otra vez esas viejas heridas de mi relación con Antonio.
M: Supongo que hice todo lo que no debía.  Quizás debí insistir en que fueras conmigo cuando Violeta me arrastró con ella, pero...
V: No, eso tampoco habría servido de nada.
M: Debí imaginar cómo te sentirías, después de haber estado con Antonio.
V: No tenías por qué saberlo (ahora venía la parte difícil).  Marcos (comenzó, y se consternó al percatarse de lo débil y trémula que se oía su voz).  Estaba tan consumida por los celos que casi enloquecí cuando Violeta te tomó de tu brazo.  Me asustó tener que lidiar otra vez con esa espantosa emoción.  Sé que actué como una tonta al esconderme y quiero que me disculpes por ello.
M: Victoria, no es necesario....
Ella sacudió la cabeza.
V: No quiero que parezca una excusa, pero tienes que comprender qué me impulsó a comportarme así.  Yo creía haber superado eso y pensé que nunca volvería a comportarme como una tonta celosa.  Me había prometido que nunca llegaría a permitir que un hombre me hiciera sentir eso (a su manera Victoria estaba tratando de decirle lo mucho que lo amaba, pero las palabras no parecían ser las correctas).
Marcos frunció el entrecejo.
M: ¿Celosa? ¿Estabas celosa? Caramba, Victoria, quién lo hubiera creído.  Más bien me dio la impresión de que te alegrabas de que Violeta me alejara de ti.
La tensión en la garganta de Victoria le dificultó hablar.
V: Ya te expliqué por qué lo hice.
M: Lo sé.  La forma como yo me comporté cuando te encontré con tu ex pareja fue otro tipo de reacción celosa... la del toro furioso.  Creo que ahora comprendo tu clase de reacción.  Creo que tu reacción es más civilizada que la mía, por lo menos (esbozó una sonrisa apesarada y el silencio se hizo entre ambos).  ¿Podría significar eso que abrigas por mí algún sentimiento poderoso?
Una sonrisa tembló en las comisuras de la boca femenina.
V: Eres el único hombre por el que me he atiborrado de galletas por la decepción.  Te Amo.
La risa en los ojos de Marcos aparece lentamente en su rostro.
M: Creo que podríamos estar cerca de comenzar algo muy importante, mi amor. ¿Tú qué crees?
V: Creo que... tienes totalmente la razón.
M: Bien (Marcos parecía muy complacido con el rumbo que tomaban las cosas).  Eso es precisamente lo que quería escuchar.  Entonces vamos.
Victoria pensó, o más bien deseó, que él se inclinaría y la besaría.  
V: ¿Adónde vamos? (repitió Victoria, sintiéndose de repente muy inquieta).  ¿Por qué tenemos que ir a alguna parte?
Marcos pareció asombrado.
M: Victoria, por amor de Dios cuando un hombre y una mujer sienten lo que tú y yo sentimos uno por el otro, por lo regular hacen planes.
V: ¿Qué quieres decir con "lo que sentimos uno por el otro"?
Marcos frunció aún más el entrecejo.
M: Me acabas de confesar que me amas, y yo te lo repito una vez más, te aaamoooo.
Pero, en lugar de contestarle a Marcos, vio que se le nublaba la vista, perdiendo el conocimiento.  Marcos al percatarse de la situación reacciona a tiempo y para agarrar justo a tiempo a Victoria antes de llegar al piso para luego recostarla sobre el sillón de la sala.

M: Victoria, mi amor (la llama desesperado.  Victoria no responde).
Aunque Marcos estaba desesperado por la salud de su amor, no quiso llamar a Cristina para no preocuparla, entonces se dirige al botiquín del baño busca el alcohol.  Marco le aplica un poco para que Victoria respire y reaccione.  Victoria comienza a reaccionar.
M: Mi amor, ¿Cómo estás?,  ¿Te encuentras bien?
V: Marcos, que pasó (pregunta desconcertada).
M: Perdiste el conocimiento y te desmayaste.
V: Y Cristina, se dio cuenta.
M: No, por suerte no se percató de tu desmayo, porque te aseguro que ella estuviera en este momento al lado tuyo.
V: Gracias, Marcos
M: No tienes por qué darme las gracias, eres el amor de mi vida y siempre voy a estar al lado tuyo en las buenas y en las malas.  Victoria vamos a ver un médico, ese mareo no es normal.
V: Pienso que estado bajo stress últimamente.
M: Victoria, me quieres decir que yo soy el culpable de tu mareo.
V: Mi amor,  no.  Simplemente estoy bajo momentos de presión con la fábrica, con la expansión de ella, por nosotros…
M: entonces yo soy una presión para ti.
V: Mi amor, no quise decir eso…
Marcos no la dejo terminar y se fue de la casa de Victoria porque no quería que la discusión fuera la causante de problemas mayores, la amaba y quería darle el espacio.  De algo él estaba seguro, del amor que sentía el uno por el otro.


Continuará…

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