Cuando Me Enamoro
Capítulo 18
Cristina salió de
la sala balanceando los brazos y dando pequeños saltos. Marcos esperó hasta que oyó cerrarse la puerta
de la habitación, luego cruzó la sala en dirección a Victoria. Se detuvo de repente, frunciendo el entrecejo.
M: ¿Se supone que
Cristina no puede mencionar mi nombre?
Victoria se medio
encogió de hombros, mirándolo a los ojos. Marcos estaba más guapo que nunca y su sonrisa
la derretía. Sus ojos parecían
acariciarla con una ternura y un ansia dolorosa que provocó en ella extraños cosquilleos
en todo su cuerpo.
V: Me alegra
verte (murmuró Victoria con voz insegura). Dio unos pasos hacia él.
Cuando Marcos
extendió los brazos hacia ella, un profundo suspiro brotó de sus labios y la
tensión desapareció de sus facciones.
M: Caramba, Victoria,
me tuviste en suspenso durante diez días (la abrazó con fuerza, con la
intensión de transmitirle toda la necesidad que tenía de ella).
Victoria se
empapó de su calor y, cuando los labios masculinos encontraron los de ella, se
rindió con un suave suspiro de dicha. Estar
en brazos de Marcos era como regresar a casa después de un largo viaje y
descubrir lo bien que se sentía y darse cuenta cuanto lo extrañaba. Era como caminar bajo el sol después de una
mala tormenta, como tomar en la mano la primera rosa del verano.
Una y otra vez la
boca de Marcos buscó la de ella en una serie de apasionados besos. El sonido de una puerta al abrirse hizo que Victoria
se apartara con presteza.
V: Es Cristina (murmuró).
M: Lo sé, pero no
me importa (Marcos la mantuvo ceñida por otro rato). Está bien (susurró), tenemos que arreglar
algunas cuestiones. Hablemos.
Victoria lo
condujo a la cocina, donde podrían tener algo de intimidad. Automáticamente tomó dos tazas y las llenó con
café. Se sentaron a la mesa, uno
enfrente del otro, pero aun así parecía demasiado lejos.
Una vez más, Victoria
bajó la cabeza a su humeante café.
M: Sabes, deseaba
que hubieras llamado algunos días antes. Por lo que a mí respecta, te tardaste nueve
días de más en entrar en razón.
V: Yo...
M: Lo sé, lo sé (dijo
Marcos antes que ella pudiera enumerar sus excusas). Está bien, hablemos.
Victoria logró
sonreír.
V: ¿Por dónde
comenzamos?
M: ¿Qué tal sobre
lo que sucedió la noche de la fiesta?
De inmediato el
estómago de Victoria se contrajo.
V: Sí, bien,
supongo que debo ser honesta y confesarte lo intimidada que estaba por tu
importancia. No estoy acostumbrada a
verte como presidente de una gran empresa. Y después, cuando te fuiste con Violeta,
comenzaron a sangrar otra vez esas viejas heridas de mi relación con Antonio.
M: Supongo que
hice todo lo que no debía. Quizás debí
insistir en que fueras conmigo cuando Violeta me arrastró con ella, pero...
V: No, eso
tampoco habría servido de nada.
M: Debí imaginar
cómo te sentirías, después de haber estado con Antonio.
V: No tenías por
qué saberlo (ahora venía la parte difícil). Marcos (comenzó, y se consternó al percatarse
de lo débil y trémula que se oía su voz).
Estaba tan consumida por los celos que casi enloquecí cuando Violeta te
tomó de tu brazo. Me asustó tener que
lidiar otra vez con esa espantosa emoción. Sé que actué como una tonta al esconderme y
quiero que me disculpes por ello.
M: Victoria, no
es necesario....
Ella sacudió la
cabeza.
V: No quiero que
parezca una excusa, pero tienes que comprender qué me impulsó a comportarme
así. Yo creía haber superado eso y pensé
que nunca volvería a comportarme como una tonta celosa. Me había prometido que nunca llegaría a
permitir que un hombre me hiciera sentir eso (a su manera Victoria estaba
tratando de decirle lo mucho que lo amaba, pero las palabras no parecían ser
las correctas).
Marcos frunció el
entrecejo.
M: ¿Celosa?
¿Estabas celosa? Caramba, Victoria, quién lo hubiera creído. Más bien me dio la impresión de que te
alegrabas de que Violeta me alejara de ti.
La tensión en la
garganta de Victoria le dificultó hablar.
V: Ya te expliqué
por qué lo hice.
M: Lo sé. La forma como yo me comporté cuando te
encontré con tu ex pareja fue otro tipo de reacción celosa... la del toro
furioso. Creo que ahora comprendo tu
clase de reacción. Creo que tu reacción
es más civilizada que la mía, por lo menos (esbozó una sonrisa apesarada y el
silencio se hizo entre ambos). ¿Podría
significar eso que abrigas por mí algún sentimiento poderoso?
Una sonrisa
tembló en las comisuras de la boca femenina.
V: Eres el único
hombre por el que me he atiborrado de galletas por la decepción. Te Amo.
La risa en los
ojos de Marcos aparece lentamente en su rostro.
M: Creo que
podríamos estar cerca de comenzar algo muy importante, mi amor. ¿Tú qué crees?
V: Creo que... tienes
totalmente la razón.
M: Bien (Marcos
parecía muy complacido con el rumbo que tomaban las cosas). Eso es precisamente lo que quería escuchar. Entonces vamos.
Victoria pensó, o
más bien deseó, que él se inclinaría y la besaría.
V: ¿Adónde vamos?
(repitió Victoria, sintiéndose de repente muy inquieta). ¿Por qué tenemos que ir a alguna parte?
Marcos pareció
asombrado.
M: Victoria, por
amor de Dios cuando un hombre y una mujer sienten lo que tú y yo sentimos uno
por el otro, por lo regular hacen planes.
V: ¿Qué quieres
decir con "lo que sentimos uno por el otro"?
Marcos frunció aún
más el entrecejo.
M: Me acabas de
confesar que me amas, y yo te lo repito una vez más, te aaamoooo.
Pero, en lugar de contestarle a Marcos, vio que se le nublaba la vista,
perdiendo el conocimiento. Marcos al
percatarse de la situación reacciona a tiempo y para agarrar justo a tiempo a
Victoria antes de llegar al piso para luego recostarla sobre el sillón de la
sala.
M: Victoria, mi amor (la llama desesperado. Victoria no responde).
Aunque Marcos estaba desesperado por la salud de su amor, no quiso
llamar a Cristina para no preocuparla, entonces se dirige al botiquín del baño
busca el alcohol. Marco le aplica un
poco para que Victoria respire y reaccione.
Victoria comienza a reaccionar.
M: Mi amor, ¿Cómo estás?, ¿Te
encuentras bien?
V: Marcos, que
pasó (pregunta desconcertada).
M: Perdiste el
conocimiento y te desmayaste.
V: Y Cristina, se
dio cuenta.
M: No, por suerte
no se percató de tu desmayo, porque te aseguro que ella estuviera en este
momento al lado tuyo.
V: Gracias,
Marcos
M: No tienes por
qué darme las gracias, eres el amor de mi vida y siempre voy a estar al lado
tuyo en las buenas y en las malas.
Victoria vamos a ver un médico, ese mareo no es normal.
V: Pienso que
estado bajo stress últimamente.
M: Victoria, me
quieres decir que yo soy el culpable de tu mareo.
V: Mi amor, no.
Simplemente estoy bajo momentos de presión con la fábrica, con la
expansión de ella, por nosotros…
M: entonces yo
soy una presión para ti.
V: Mi amor, no
quise decir eso…
Marcos no la dejo
terminar y se fue de la casa de Victoria porque no quería que la discusión
fuera la causante de problemas mayores, la amaba y quería darle el
espacio. De algo él estaba seguro, del
amor que sentía el uno por el otro.
Continuará…
Hermosa tu novela quiero mas :D
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