Cuando Me Enamoro
Capítulo 16
Al frente
Cristina y Nicole estaban hablando y rogando porque la estrategia funcionara…
** Flashback **
En el cuarto de Cristina…
C: Encontré a mamá con lágrimas en los
ojos, como que estaba llorando.
N: Algo pasó, que nuestros padres
discutieron.
C: Si, tiene que haber pasado algo, raro
porque cuando Mamá estaba de buen humor cuando tu papá nos llevó a la
biblioteca.
C: Después, cuando mamá nos recogió
estaba triste y cuando fuimos a comprar hamburguesas, ella no compró nada para
ella.
N: Y que hacemos, nuestro plan no está
funcionando.
C: En una película que vi de dos
hermanas gemelas que querían unir a sus padres, trataban de que ellos creyeran
que estaban enojadas y sus padres al tratar de unirlas se relacionaban y luego
ellos se dieron cuenta que eran el uno para el otro.
N: ¿Tú crees que funcione?
C: Claro, nuestros padres se comen con
la mirada, se gustan solo falta que se den cuenta que se necesitan entre ellos.
N: ¿Y qué hacemos?
C: Salimos del cuarto discutiendo, que
no nos queremos ver, no nos llamamos hasta el lunes en la escuela….
** Fin del Flashback **
Al finalizar la
película…
Salieron Cristina
y Nicole y se dieron cuenta que sus padres estaban juntos. Ambas se miraron pero no comentaron nada. Marcos las invitó a ir a comer unas
hamburguesas a Mc Donald’s. Realmente,
Victoria estaba contenta porque podía compartir más tiempo con Marcos. Aunque las demostraciones de cariño entre
Marcos y Victoria estaban reducidas a miradas furtivas llenas de un amor que
estaba comenzando a germinar. Marcos y
Victoria decidieron hablar con sus hijas y sus respectivas familias después de
la fiesta de la compañía, donde blanquearían su relación ante la sociedad de
Buenas Aires.
Después de su
noche en el cine, Victoria no pensaba mucho en la invitación de Marcos a la
fiesta de la compañía hasta que leyó al respecto en la sección de sociales del
periódico del miércoles. El diario
describía la fiesta patrocinada por Deportes Extremos como el evento de gala
del año. Cualquiera que fuera alguien
importante de Buenos Aires estaría allí. Hasta leer la nota del periódico, Victoria
había pensado que se trataría de una fiesta sencilla, esa era la impresión que Marcos
le había dado cuando la invitó.
Desde ese
momento, Victoria comenzó a preocuparse, aunque no estaba segura del porqué. Ella, una empresaria conocida dentro ámbito
social y comercial y ser la acompañante de nada menos de Marcos Guerrero, uno de los hombre más codiciado por su atractivo físico varonil y sexy además de una posición social y económica envidiable, hacía activar su sensor de la preocupación. El problema, decidió, era el que había venido
esquivando desde la fiesta en pijamas de Nicole, aún no quería ventilar a los
cuatro vientos su recién comenzada relación con Marcos. Ahora, vestida para la fiesta, su
intranquilidad creció, porque sabía lo importante que esa velada era para Marcos
y los comentarios que iban a salir en las notas de sociales por lo que todos en su familia, amigos y conocidos se enterarían.
La recepción y la
cena tenían que ver con la bienvenida e incorporación de Marcos como socio mayoritario
de Deportes Extremos, de acuerdo con el artículo del periódico. La actividad se estaba preparando desde hace varios meses atrás. Esa era la manera como John Becky presentaba a Marcos
con la comunidad empresarial de Buenos Aires.
A la media hora
de su llegada, Victoria reconoció al alcalde y otros miembros del consejo
municipal, además de algunas personas de gran importancia del ámbito social de
Buenos Aires.
M: Toma (murmuró Marcos,
deteniéndose a su lado y ofreciéndole una copa de champaña).
Sonriéndose, ella
tomó la copa y la apretó con dedos crispados, irritada consigo misma por estar
tan nerviosa.
V: No sé si
debería atreverme a beber algo fuerte.
M: ¿Por qué no?
V: Si quieres que
te diga la verdad, prefiero pasar inadvertida, perderme entre los dibujos del
papel tapiz.
La sonrisa de Marcos
fue estimulante.
M: Solo olvídate
y disfruta junto a mí de esta gran fiesta.
Victoria no
estaba muy convencida. La sonrisa estaba congelada en sus labios y su estómago
protestaba por no haber comido casi nada en todo el día.
El director de la
Junta de Golosinas Bandi pasó delante de ellos y, al reconocerla, se detuvo un
momento para saludarla con una inclinación de su cabeza. Victoria también lo saludó y cuando el hombre
se fue, ella bebió el champaña en tres gigantes tragos.
V: Me siento
mejor (anunció).
M: Bien. Ven por acá conmigo, quiero presentarte a
algunas personas.
¡Más gente! Marcos
ya le había presentado con tantas personas que los nombres se confundían.
Marcos la agarra
por la cintura con el propósito de pegarla a su cuerpo y le dice.
M: Victoria me
alegra de que te sientas mejor, solo espera que tan pronto termine la fiesta nos
vamos al fin de mundo.
En el camino, Victoria
tomó otra copa de champaña, sólo para tener algo que hacer con las manos. No tenía intención de bebería.
Los hombres y
mujeres hicieron una pausa en su conversación cuando Marcos se aproximó. Todos estaban interesados como se habían
conocido.
M: Nuestras hijas
son muy buenas amigas (explicó).
Los demás
sonrieron.
Mujer: No sabía
que tuvieras una hija (dijo una morena voluptuosa, sonriéndose sugestivamente a
Marcos). Gesto que a Victoria le
disgustó, más bien le dio celos.
M: Nicole acaba
de cumplir trece años.
La mujer pareció
fascinada con esta información.
Mujer: Qué lindo.
Mi sobrina tiene once años y creo que le encantaría conocer a Nicole.
M: Estoy seguro
de que a Nicole también le gustaría.
Mujer: Entonces,
podríamos hacer una cita para que se conozcan (la morena se pegó a Marcos,
rozándole el brazo con el seno).
Victoria
entrecerró los ojos, hizo una mueca casi imperceptible y dio un sorbo al
champaña. La mujer no podía ser más
obvia en sus intenciones.
Mujer: Marcos,
hay alguien que debes conocer; es decir, si puedo apartarte de Victoria por un
minuto (la morena dirigió una mirada retadora a Victoria).
V: Oh, claro (Victoria
hizo un movimiento con la mano como indicando que Marcos podía hacer lo que le
viniera en gana).
Marcos frunció el
entrecejo.
M: Acompáñanos.
Victoria le
dirigió lo que pensó era una sonrisa devastadora.
V: Ve tú, al fin
se trata de un solo minuto (dijo con exagerada dulzura).
Marcos y la mujer
se apartaron, ella colgada del brazo de él, y Victoria charló con los demás por
unos minutos, antes de perderse en la multitud. Tenía el estómago hecho nudos. No sabía por qué había tomado esa actitud unos
momentos antes. Quizá no quería que Marcos
se diera cuenta de que estaba celosa; en realidad apenas podía admitirlo para
sí misma.
Esperando no ser
obvia, su mirada siguió a Marcos y la mujer hasta que ya no lo pudo soportar, y
entonces se volvió y fue hacia el tocador de damas. Se alegró de que el salón exterior estuviera
vacío y se derrumbó en el sofá. El
corazón parecía querer salirse del pecho. Daría cualquier cosa por desaparecer
graciosamente de allí.
Fue entonces
cuando lo supo. Estaba completamente enamorada
de Marcos Guerrero, lo amaba sobre todas las cosas. A pesar de todas las advertencias que se había
hecho a sí misma. Con el descubrimiento
de que amaba a Marcos vino otro. La
noche apenas había comenzado; todavía no cenaban. Aún tenía ante ella una cena formal.
JB: Hola otra vez
(dijo Jean Becky, esposa de John, entrando al tocador para damas. Se detuvo por un momento, observando a Victoria,
y luego se sentó a su lado).
V: Oh... hola (Victoria
logró esbozar un fantasma de sonrisa a la simpática mujer).
JB: Acabo de ver
a Violeta Alarcón pasar colgada del brazo de Marcos. Espero que no te moleste.
V: Oh, cielos, no
(mintió Victoria).
JB: Magnífico. Violeta tiene... cierta reputación y no quería
que te preocuparas. Estoy segura de que Marcos
es bastante listo y maduro para no dejarse engatusar por una mujer tan...
obvia.
V: Yo también así
lo creo.
JB: Eres una mujer
sensata y segura de ti misma (dijo Jean, complacida).
En ese momento, Victoria
no se sentía sensata ni segura en absoluto. La única emoción que experimentaba era temor. Había vuelto a enamorarse y eso era como para
estar aterrada. ¿Por qué tenía que
enamorarse del hombre más codiciado de la ciudad? El hombre que había acaparado todas las
miradas femeninas esa noche.
JB: De veras ha
sido un placer conocerte (continuó Jean). Marcos y Nicole hablan muy seguido sobre ti y
tu hija. Hace muchos años que somos
amigos de Marcos y nos alegra el corazón ver que por fin encontró una buena
mujer.
V: Gracias.
Victoria no sabía
cómo tomar eso de "buena mujer". Eso le hacía preguntarse con qué clase de
mujeres había salido Marcos antes. Realmente
no habían hablado mucho sobre su vida personal ni social antes que se mudara a Buenos
Aires. No estaba segura de querer
saberlo. Sin duda, había causado gran
revuelo cuando llegó a la ciudad. Los
hombres ricos, guapos y disponibles no abundan en estos días. Era extraño que todavía no lo hubiera atrapado
alguna mujer.
Cinco minutos
después, Victoria se había reanimado lo suficiente para volver a la fiesta y
buscar a su hombre. Marcos estuvo a su
lado en pocos segundos, notablemente irritado.
M: Te estuve
buscando por todas partes (dijo algo molesto).
Victoria no pudo
contener el comentario:
V: Pensé que
estabas muy bien acompañado.
M: ¿Por qué
dejaste solo con esa aprendiz de golfa y me llevara así con ella? (preguntó él
entre dientes). ¿No pudiste darte cuenta
de que yo buscaba una excusa para eludirla? Cielos, mi amor, ¿acaso tenía que hacer señales
de humo?
V: No (un
camarero pasó cerca de ellos en ese momento y Victoria tomó otra copa de
champaña).
Con igual rapidez,
Marcos se la quitó de la mano.
M: Ya has bebido
suficiente.
Victoria recuperó
su copa. Podía no entender muy bien lo
que pasaba con ella esa noche, pero ciertamente no le gustaba la actitud de Marcos.
V: Discúlpame,
pero yo sé cuánto puedo beber.
El ceño de Marcos
se ensombreció.
M: Me ha tomado
los últimos veinte minutos librarme de las garras de esa tigresa. Lo menos que podías haber hecho era quedarte
cerca en vez de hacer tu acto de desaparición.
V: De ninguna
manera (estar esos años con Antonio le había enseñado más de una valiosa
lección. Victoria estaba harta de
escenas de celos y todo tipo de juegos destructivos).
M: ¿Qué quieres
decir?
V: No soy una
mujer celosa. Si decidieras irte a casa
con Violeta, me daría lo mismo. De
hecho, podrías irte con ella en este momento si quisieras. Yo tomaría un remis. No estoy dispuesta a hacer el papel de novia
celosa sólo porque otra mujer muestre interés en ti. Además, creo que ya estás bastante crecidito
para escapar de las garras de cualquier mujer sin mi ayuda.
M: ¿Realmente
quieres que me vaya con Violeta? ¿No te importaría? (la retó Marcos en voz
baja, ominosa).
Victoria se alzó
de hombros con falsa indiferencia.
V: Eres libre de
hacer lo que te venga en gana. En
realidad, podrías estarme haciendo un favor.
Victoria nunca
había visto a ningún hombre tan enfadado. Los ojos de Marcos parecían escupir fuego. Tenía las mandíbulas apretadas y se erguía con
excesiva rigidez.
M: Estoy
comenzando a entender a Antonio (dijo él con tono glacial). ¿Nunca se te ha ocurrido que Antonio buscaba
otras mujeres en un desesperado afán por saber si lo amabas realmente?
Las palabras de Marcos
la lastimaron más que un golpe físico, pero Victoria hizo un esfuerzo para
disfrazar el dolor que él le había infligido.
V: No. Es curioso, pero nunca se me había ocurrido
eso (respondió cuando pudo hablar. Hizo
una pausa y miró a su alrededor). Escoge
la mujer, entonces. Cualquiera, y la
rasguñaré y tiraré de sus cabellos para agrandar tu ego masculino.
M: Victoria,
¡basta!
V: ¿Quieres decir
que no deseas que me pelee con una rival?
Marcos cerró los
ojos como buscando paciencia.
M: No.
Victoria se llevó
teatralmente la mano al pecho.
V: Gracias a
Dios. No sabría cómo explicar a Cristina
el ojo morado.
Ya iban a servir
la cena y, tomando a Victoria por el codo, Marcos la condujo al salón de
banquetes.
M: Lo siento, no
debí decir eso sobre Antonio (le susurró él mientras entraban al comedor). Comprendo que estés nerviosa, pero nadie se
habrá dado cuenta... excepto yo. Ya
discutiremos este asunto de Violeta más tarde.
Victoria asintió,
tranquila, aceptando la disculpa. Comprendió
que se había dejado arrebatar por el miedo de descubrir que podía perder a Marcos.
Para acrecentar la nerviosidad de Victoria,
descubrió que le habían asignado un lugar en la, entre Marcos y John Becky. Procuró no delatar su nerviosismo.
M: No te
preocupes (murmuró Marcos, acariciándole la mano cuando estuvieron sentados). Todos los que te han conocido están
impresionados.
El comentario
estaba destinado a darle ánimos; por desgracia, causó el efecto contrario. ¿Qué
había hecho o dicho para impresionar a alguien?
Cuando terminó
por fin la velada, Marcos parecía tan ansioso como ella por escapar. Con un mínimo de protestas, se despidieron y
salieron.
Una vez en el
auto, Marcos no habló. Pero cuando
estacionó el coche frente a la casa de ella, apagó el motor y dijo en tono apacible:
M: Invítame a
tomar una taza de café.
Victoria estuvo a
punto de decirle que le dolía la cabeza, pero de nada serviría retardar lo
inevitable, no podían postergar la conversación.
V: Está bien (masculló).
La casa estaba
silenciosa y Sally, la cuidadora de las jovencitas, estaba dormida en el sofá. Cuando despertó, Victoria le pagó y esperó en
la entrada mientras la adolescente cruzaba la calle hacia su casa. Haciendo acopio de valor, se encaminó a la
cocina. Marcos había puesto el agua y el
café molido en la cafetera eléctrica, y sacó dos tazas de la alacena.
M: Está bien (dijo,
volviéndose a confrontarla). Quiero
saber qué pasa contigo.
Victoria se
asombró de que Marcos hubiera adivinado que algo la perturbaba. Creía haber ocultado muy bien su desazón.
V: Creo que no me
había percatado de lo importante que eres, (dijo, tratando de encontrar su voz).
Siempre te he visto como el padre de
Nicole, el hombre lo bastante loco para acceder a una fiesta en pijamas para su
hija. El hombre que llamó por teléfono
disfrazando la voz para que Cristina no la reconociera. Ese es el hombre que conozco, no el que esta
noche pronunció un discurso ante mucha gente importante diciendo que prometía a
la ciudad desarrollo y prosperidad. No
el que puede decidir sobre la suerte de nuestra ciudad.
Marcos la miró
con enfado.
M: ¿Y eso qué
tiene que ver con nada?
V: Tú juegas en
las ligas mayores. Me sentí intimidada,
yo no estoy acostumbrada.
Marcos hizo un
gesto de extraña confusión.
M: ¡Estoy
hablando de nuestra relación, no de béisbol!
Victoria se
acercó una silla y se sentó, suspirando.
V: Debes
comprender que salí de mi relación anterior con algunos rasguños que me crearon
miedos.
Marcos comenzó a
caminar de un lado a otro.
M: ¿Rasguños?
¿Acaso llamas a lo sucedido con Violeta un rasguño? Llámalo una tontería. A esa mujer apenas la conozco y me importa un
soberano comino.
Victoria se puso
de pie y fue a servir el café. Entregó
su taza a Marcos y, sosteniendo la suya entre las dos manos, se apoyó contra el
fregadero y dio un sorbo tentativo.
M: Bien, esa
mujer a quien apenas conozco y que me importa un rábano se me acerca con
intenciones indecentes y te comportas como si no pudieras esperar a mandarme al
cuerno.
V: Actuaste como
si quisieras que yo fuera en tu rescate. De veras, Marcos, ya estás grandecito. Pensé que podrías cuidarte solo.
M: Parecías muy
consternada de verme ir con ella.
V: Eso no es
cierto. Yo estaba muy a gusto (Victoria
supo que se estaban desviando del asunto importante).
M: ¿Y por eso
fuiste a esconderte?
V: Si estás
buscando alguien que haga una rabieta de celos cada vez que otra mujer te guiñe
el ojo, más vale que busques en otra parte.
Marcos volvió a
recorrer la cocina como tigre enjaulado.
M: Explícame lo
que quisiste decir con eso de que no saliste de tu relación anterior sin
algunos rasguños.
V: Es muy sencillo.
Antonio solía divertirse presentándome a
sus "amiguitas". Todo mundo en las
reuniones sabía lo que él estaba haciendo, excepto la ingenua de mí. Pero cuando la venda cayó de mis ojos, quedé
asombrada de mi propia estupidez. Pero
cuando me di cuenta de sus jueguitos, fue mucho peor. Cada vez que me presentaba a alguna mujer, me
llenaba de suspicacia. ¿Tenía alguna
aventura con ella o no? Lo único que me
quedaba era mantener la cabeza alta y sonreír (la voz de Victoria se tornaba
más tensa a cada palabra y restalló al concluir).
Marcos caminó
hacia ella y extendió las manos como para confortarla.
M: Victoria,
escucha...
V: No (ella dejó
su taza a un lado y cruzó los brazos al pecho). Me sentí honrada de que me pidieras asistir
contigo a esa importante fiesta. Creo
que ambos aprendimos algo valioso de la experiencia. Al menos yo aprendí algo.
M: Victoria.
V: No (lo volvió
a interrumpir). Déjame terminar, por
favor. Aunque es difícil decir esto, es
necesario decirlo. No somos el uno para
el otro. Estábamos tan entusiasmados con
todo lo que tenemos en común, lo buenas amigas que son nuestras hijas y lo
maravilloso que es... estar juntos, (hizo una pausa, aspiró a fondo y continuó). Conocerte ha sido muy agradable, pero nada
más allá de eso va a resultar bien.
M: Lo único que
me entusiasmó eres tú, Victoria, nuestras hijas nada tienen que ver con lo que
siento por ti, me enamoré de ti.
V: Me da gusto
que digas eso, pero perdimos de vista el hecho de que ninguno de los dos queria
comprometerse en algo serio. Esa nunca
fue nuestra intención. Algo sucedió y no
estoy segura de cuándo o por qué, pero de repente todo se volvió más intenso
entre nosotros. Debemos poner un alto
antes de terminar lastimándonos.
Marcos pareció
reflexionar sobre esto.
M: Tienes tanto
miedo de dar a otro hombre el poder de hacerte daño que no puedes ver más allá,
¿verdad? Ya te dije esto antes, pero parece que no penetró en tu linda cabecita. Nunca haré las cosas que Antonio te hizo. Somos dos hombres completamente diferentes y
es hora de que te des cuenta de ello.
V: Lo que dices
puede ser verdad, Marcos, pero no veo qué puede cambiar eso. Porque yo no tengo intención de comprometerme
en otra relación amorosa. Patinar como
pareja no me parece estar comprometidos (replicó ella en un vano intento por
tomar las cosas en broma).
Marcos fue el
primero en romper el pesado silencio que siguió.
M: Es obvio que
necesitas pensar bien las cosas (dijo con voz cansada). Y yo también, por cierto. Cuando hayas entrado en razón, llámame por
teléfono.
Continuará…
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