lunes, 2 de diciembre de 2013

Capítulo 16

Cuando Me Enamoro
Capítulo 16

 Al frente Cristina y Nicole estaban hablando y rogando porque la estrategia funcionara…

** Flashback **
En el cuarto de Cristina…
C: Encontré a mamá con lágrimas en los ojos, como que estaba llorando.
N: Algo pasó, que nuestros padres discutieron.
C: Si, tiene que haber pasado algo, raro porque cuando Mamá estaba de buen humor cuando tu papá nos llevó a la biblioteca.
C: Después, cuando mamá nos recogió estaba triste y cuando fuimos a comprar hamburguesas, ella no compró nada para ella.
N: Y que hacemos, nuestro plan no está funcionando.
C: En una película que vi de dos hermanas gemelas que querían unir a sus padres, trataban de que ellos creyeran que estaban enojadas y sus padres al tratar de unirlas se relacionaban y luego ellos se dieron cuenta que eran el uno para el otro.
N: ¿Tú crees que funcione? 
C: Claro, nuestros padres se comen con la mirada, se gustan solo falta que se den cuenta que se necesitan entre ellos.
N: ¿Y qué hacemos?
C: Salimos del cuarto discutiendo, que no nos queremos ver, no nos llamamos hasta el lunes en la escuela….
** Fin del Flashback **


Al finalizar la película…
Salieron Cristina y Nicole y se dieron cuenta que sus padres estaban juntos.  Ambas se miraron pero no comentaron nada.  Marcos las invitó a ir a comer unas hamburguesas a Mc Donald’s.  Realmente, Victoria estaba contenta porque podía compartir más tiempo con Marcos.  Aunque las demostraciones de cariño entre Marcos y Victoria estaban reducidas a miradas furtivas llenas de un amor que estaba comenzando a germinar.  Marcos y Victoria decidieron hablar con sus hijas y sus respectivas familias después de la fiesta de la compañía, donde blanquearían su relación ante la sociedad de Buenas Aires.

Después de su noche en el cine, Victoria no pensaba mucho en la invitación de Marcos a la fiesta de la compañía hasta que leyó al respecto en la sección de sociales del periódico del miércoles.  El diario describía la fiesta patrocinada por Deportes Extremos como el evento de gala del año.  Cualquiera que fuera alguien importante de Buenos Aires estaría allí.  Hasta leer la nota del periódico, Victoria había pensado que se trataría de una fiesta sencilla, esa era la impresión que Marcos le había dado cuando la invitó.
Desde ese momento, Victoria comenzó a preocuparse, aunque no estaba segura del porqué.  Ella, una empresaria conocida dentro ámbito social y comercial y ser la acompañante de nada menos de Marcos Guerrero, uno de los hombre más codiciado por su atractivo físico varonil y sexy además de una posición social y económica envidiable, hacía activar su sensor de la preocupación.  El problema, decidió, era el que había venido esquivando desde la fiesta en pijamas de Nicole, aún no quería ventilar a los cuatro vientos su recién comenzada relación con Marcos.  Ahora, vestida para la fiesta, su intranquilidad creció, porque sabía lo importante que esa velada era para Marcos y los comentarios que iban a salir en las notas de sociales por lo que todos en su familia, amigos y conocidos se enterarían.  

La recepción y la cena tenían que ver con la bienvenida e incorporación de Marcos como socio mayoritario de Deportes Extremos, de acuerdo con el artículo del periódico.  La actividad se estaba preparando desde hace varios meses atrás.  Esa era la manera como John Becky presentaba a Marcos con la comunidad empresarial de Buenos Aires.

A la media hora de su llegada, Victoria reconoció al alcalde y otros miembros del consejo municipal, además de algunas personas de gran importancia del ámbito social de Buenos Aires.
M: Toma (murmuró Marcos, deteniéndose a su lado y ofreciéndole una copa de champaña).
Sonriéndose, ella tomó la copa y la apretó con dedos crispados, irritada consigo misma por estar tan nerviosa.
V: No sé si debería atreverme a beber algo fuerte.
M: ¿Por qué no?
V: Si quieres que te diga la verdad, prefiero pasar inadvertida, perderme entre los dibujos del papel tapiz.
La sonrisa de Marcos fue estimulante.
M: Solo olvídate y disfruta junto a mí de esta gran fiesta.
Victoria no estaba muy convencida. La sonrisa estaba congelada en sus labios y su estómago protestaba por no haber comido casi nada en todo el día.
El director de la Junta de Golosinas Bandi pasó delante de ellos y, al reconocerla, se detuvo un momento para saludarla con una inclinación de su cabeza.  Victoria también lo saludó y cuando el hombre se fue, ella bebió el champaña en tres gigantes tragos.
V: Me siento mejor (anunció).
M: Bien.  Ven por acá conmigo, quiero presentarte a algunas personas.
¡Más gente! Marcos ya le había presentado con tantas personas que los nombres se confundían.
Marcos la agarra por la cintura con el propósito de pegarla a su cuerpo y le dice.

M: Victoria me alegra de que te sientas mejor, solo espera que tan pronto termine la fiesta nos vamos al fin de mundo. 

En el camino, Victoria tomó otra copa de champaña, sólo para tener algo que hacer con las manos.  No tenía intención de bebería.
Los hombres y mujeres hicieron una pausa en su conversación cuando Marcos se aproximó.  Todos estaban interesados como se habían conocido.
M: Nuestras hijas son muy buenas amigas (explicó).
Los demás sonrieron.
Mujer: No sabía que tuvieras una hija (dijo una morena voluptuosa, sonriéndose sugestivamente a Marcos).  Gesto que a Victoria le disgustó, más bien le dio celos.
M: Nicole acaba de cumplir trece años.
La mujer pareció fascinada con esta información.
Mujer: Qué lindo. Mi sobrina tiene once años y creo que le encantaría conocer a Nicole.
M: Estoy seguro de que a Nicole también le gustaría.
Mujer: Entonces, podríamos hacer una cita para que se conozcan (la morena se pegó a Marcos, rozándole el brazo con el seno).
Victoria entrecerró los ojos, hizo una mueca casi imperceptible y dio un sorbo al champaña.  La mujer no podía ser más obvia en sus intenciones.
Mujer: Marcos, hay alguien que debes conocer; es decir, si puedo apartarte de Victoria por un minuto (la morena dirigió una mirada retadora a Victoria).
V: Oh, claro (Victoria hizo un movimiento con la mano como indicando que Marcos podía hacer lo que le viniera en gana).
Marcos frunció el entrecejo.
M: Acompáñanos.
Victoria le dirigió lo que pensó era una sonrisa devastadora.
V: Ve tú, al fin se trata de un solo minuto (dijo con exagerada dulzura).
Marcos y la mujer se apartaron, ella colgada del brazo de él, y Victoria charló con los demás por unos minutos, antes de perderse en la multitud.  Tenía el estómago hecho nudos.  No sabía por qué había tomado esa actitud unos momentos antes.  Quizá no quería que Marcos se diera cuenta de que estaba celosa; en realidad apenas podía admitirlo para sí misma.
Esperando no ser obvia, su mirada siguió a Marcos y la mujer hasta que ya no lo pudo soportar, y entonces se volvió y fue hacia el tocador de damas.  Se alegró de que el salón exterior estuviera vacío y se derrumbó en el sofá.  El corazón parecía querer salirse del pecho.  Daría cualquier cosa por desaparecer graciosamente de allí.
Fue entonces cuando lo supo.  Estaba completamente enamorada de Marcos Guerrero, lo amaba sobre todas las cosas.  A pesar de todas las advertencias que se había hecho a sí misma.  Con el descubrimiento de que amaba a Marcos vino otro.  La noche apenas había comenzado; todavía no cenaban.  Aún tenía ante ella una cena formal.
JB: Hola otra vez (dijo Jean Becky, esposa de John, entrando al tocador para damas.  Se detuvo por un momento, observando a Victoria, y luego se sentó a su lado).
V: Oh... hola (Victoria logró esbozar un fantasma de sonrisa a la simpática mujer).
JB: Acabo de ver a Violeta Alarcón pasar colgada del brazo de Marcos.  Espero que no te moleste.   
V: Oh, cielos, no (mintió Victoria).
JB: Magnífico.  Violeta tiene... cierta reputación y no quería que te preocuparas.  Estoy segura de que Marcos es bastante listo y maduro para no dejarse engatusar por una mujer tan... obvia.
V: Yo también así lo creo.
JB: Eres una mujer sensata y segura de ti misma (dijo Jean, complacida).

En ese momento, Victoria no se sentía sensata ni segura en absoluto.  La única emoción que experimentaba era temor.  Había vuelto a enamorarse y eso era como para estar aterrada.  ¿Por qué tenía que enamorarse del hombre más codiciado de la ciudad?  El hombre que había acaparado todas las miradas femeninas esa noche.
JB: De veras ha sido un placer conocerte (continuó Jean).  Marcos y Nicole hablan muy seguido sobre ti y tu hija.  Hace muchos años que somos amigos de Marcos y nos alegra el corazón ver que por fin encontró una buena mujer.
V: Gracias. 
Victoria no sabía cómo tomar eso de "buena mujer".  Eso le hacía preguntarse con qué clase de mujeres había salido Marcos antes.  Realmente no habían hablado mucho sobre su vida personal ni social antes que se mudara a Buenos Aires.  No estaba segura de querer saberlo.  Sin duda, había causado gran revuelo cuando llegó a la ciudad.  Los hombres ricos, guapos y disponibles no abundan en estos días.  Era extraño que todavía no lo hubiera atrapado alguna mujer.
Cinco minutos después, Victoria se había reanimado lo suficiente para volver a la fiesta y buscar a su hombre.  Marcos estuvo a su lado en pocos segundos, notablemente irritado.
M: Te estuve buscando por todas partes (dijo algo molesto).
Victoria no pudo contener el comentario:
V: Pensé que estabas muy bien acompañado.
M: ¿Por qué dejaste solo con esa aprendiz de golfa y me llevara así con ella? (preguntó él entre dientes).  ¿No pudiste darte cuenta de que yo buscaba una excusa para eludirla?  Cielos, mi amor, ¿acaso tenía que hacer señales de humo?
V: No (un camarero pasó cerca de ellos en ese momento y Victoria tomó otra copa de champaña).
Con igual rapidez, Marcos se la quitó de la mano.
M: Ya has bebido suficiente.
Victoria recuperó su copa.  Podía no entender muy bien lo que pasaba con ella esa noche, pero ciertamente no le gustaba la actitud de Marcos.
V: Discúlpame, pero yo sé cuánto puedo beber.
El ceño de Marcos se ensombreció.
M: Me ha tomado los últimos veinte minutos librarme de las garras de esa tigresa.  Lo menos que podías haber hecho era quedarte cerca en vez de hacer tu acto de desaparición.
V: De ninguna manera (estar esos años con Antonio le había enseñado más de una valiosa lección.  Victoria estaba harta de escenas de celos y todo tipo de juegos destructivos).
M: ¿Qué quieres decir?
V: No soy una mujer celosa.  Si decidieras irte a casa con Violeta, me daría lo mismo.  De hecho, podrías irte con ella en este momento si quisieras.  Yo tomaría un remis.  No estoy dispuesta a hacer el papel de novia celosa sólo porque otra mujer muestre interés en ti.  Además, creo que ya estás bastante crecidito para escapar de las garras de cualquier mujer sin mi ayuda.
M: ¿Realmente quieres que me vaya con Violeta? ¿No te importaría? (la retó Marcos en voz baja, ominosa).
Victoria se alzó de hombros con falsa indiferencia.
V: Eres libre de hacer lo que te venga en gana.  En realidad, podrías estarme haciendo un favor.
Victoria nunca había visto a ningún hombre tan enfadado.  Los ojos de Marcos parecían escupir fuego.  Tenía las mandíbulas apretadas y se erguía con excesiva rigidez.
M: Estoy comenzando a entender a Antonio (dijo él con tono glacial).  ¿Nunca se te ha ocurrido que Antonio buscaba otras mujeres en un desesperado afán por saber si lo amabas realmente?
Las palabras de Marcos la lastimaron más que un golpe físico, pero Victoria hizo un esfuerzo para disfrazar el dolor que él le había infligido.
V: No.  Es curioso, pero nunca se me había ocurrido eso (respondió cuando pudo hablar.  Hizo una pausa y miró a su alrededor).  Escoge la mujer, entonces.  Cualquiera, y la rasguñaré y tiraré de sus cabellos para agrandar tu ego masculino.
M: Victoria, ¡basta!
V: ¿Quieres decir que no deseas que me pelee con una rival?
Marcos cerró los ojos como buscando paciencia.
M: No.
Victoria se llevó teatralmente la mano al pecho.
V: Gracias a Dios.  No sabría cómo explicar a Cristina el ojo morado.
Ya iban a servir la cena y, tomando a Victoria por el codo, Marcos la condujo al salón de banquetes.
M: Lo siento, no debí decir eso sobre Antonio (le susurró él mientras entraban al comedor).  Comprendo que estés nerviosa, pero nadie se habrá dado cuenta... excepto yo.  Ya discutiremos este asunto de Violeta más tarde.
Victoria asintió, tranquila, aceptando la disculpa.  Comprendió que se había dejado arrebatar por el miedo de descubrir que podía perder a Marcos.  Para acrecentar la nerviosidad de Victoria, descubrió que le habían asignado un lugar en la, entre Marcos y John Becky.  Procuró no delatar su nerviosismo.
M: No te preocupes (murmuró Marcos, acariciándole la mano cuando estuvieron sentados).  Todos los que te han conocido están impresionados.
El comentario estaba destinado a darle ánimos; por desgracia, causó el efecto contrario. ¿Qué había hecho o dicho para impresionar a alguien?
Cuando terminó por fin la velada, Marcos parecía tan ansioso como ella por escapar.  Con un mínimo de protestas, se despidieron y salieron.
Una vez en el auto, Marcos no habló.  Pero cuando estacionó el coche frente a la casa de ella, apagó el motor y dijo en tono apacible:
M: Invítame a tomar una taza de café.
Victoria estuvo a punto de decirle que le dolía la cabeza, pero de nada serviría retardar lo inevitable, no podían postergar la conversación.
V: Está bien (masculló).
La casa estaba silenciosa y Sally, la cuidadora de las jovencitas, estaba dormida en el sofá.  Cuando despertó, Victoria le pagó y esperó en la entrada mientras la adolescente cruzaba la calle hacia su casa.  Haciendo acopio de valor, se encaminó a la cocina.  Marcos había puesto el agua y el café molido en la cafetera eléctrica, y sacó dos tazas de la alacena.
M: Está bien (dijo, volviéndose a confrontarla).  Quiero saber qué pasa contigo.
Victoria se asombró de que Marcos hubiera adivinado que algo la perturbaba.  Creía haber ocultado muy bien su desazón.
V: Creo que no me había percatado de lo importante que eres, (dijo, tratando de encontrar su voz).  Siempre te he visto como el padre de Nicole, el hombre lo bastante loco para acceder a una fiesta en pijamas para su hija.  El hombre que llamó por teléfono disfrazando la voz para que Cristina no la reconociera.  Ese es el hombre que conozco, no el que esta noche pronunció un discurso ante mucha gente importante diciendo que prometía a la ciudad desarrollo y prosperidad.  No el que puede decidir sobre la suerte de nuestra ciudad.
Marcos la miró con enfado.
M: ¿Y eso qué tiene que ver con nada?
V: Tú juegas en las ligas mayores.  Me sentí intimidada, yo no estoy acostumbrada.
Marcos hizo un gesto de extraña confusión.
M: ¡Estoy hablando de nuestra relación, no de béisbol!
Victoria se acercó una silla y se sentó, suspirando.
V: Debes comprender que salí de mi relación anterior con algunos rasguños que me crearon miedos.
Marcos comenzó a caminar de un lado a otro.
M: ¿Rasguños? ¿Acaso llamas a lo sucedido con Violeta un rasguño?  Llámalo una tontería.  A esa mujer apenas la conozco y me importa un soberano comino.
Victoria se puso de pie y fue a servir el café.  Entregó su taza a Marcos y, sosteniendo la suya entre las dos manos, se apoyó contra el fregadero y dio un sorbo tentativo.
M: Bien, esa mujer a quien apenas conozco y que me importa un rábano se me acerca con intenciones indecentes y te comportas como si no pudieras esperar a mandarme al cuerno.
V: Actuaste como si quisieras que yo fuera en tu rescate.  De veras, Marcos, ya estás grandecito.  Pensé que podrías cuidarte solo.
M: Parecías muy consternada de verme ir con ella.
V: Eso no es cierto.  Yo estaba muy a gusto (Victoria supo que se estaban desviando del asunto importante).
M: ¿Y por eso fuiste a esconderte?
V: Si estás buscando alguien que haga una rabieta de celos cada vez que otra mujer te guiñe el ojo, más vale que busques en otra parte.
Marcos volvió a recorrer la cocina como tigre enjaulado.
M: Explícame lo que quisiste decir con eso de que no saliste de tu relación anterior sin algunos rasguños.
V: Es muy sencillo.  Antonio solía divertirse presentándome a sus "amiguitas".  Todo mundo en las reuniones sabía lo que él estaba haciendo, excepto la ingenua de mí.  Pero cuando la venda cayó de mis ojos, quedé asombrada de mi propia estupidez.  Pero cuando me di cuenta de sus jueguitos, fue mucho peor.  Cada vez que me presentaba a alguna mujer, me llenaba de suspicacia.  ¿Tenía alguna aventura con ella o no?  Lo único que me quedaba era mantener la cabeza alta y sonreír (la voz de Victoria se tornaba más tensa a cada palabra y restalló al concluir).
Marcos caminó hacia ella y extendió las manos como para confortarla.
M: Victoria, escucha...
V: No (ella dejó su taza a un lado y cruzó los brazos al pecho).  Me sentí honrada de que me pidieras asistir contigo a esa importante fiesta.  Creo que ambos aprendimos algo valioso de la experiencia.  Al menos yo aprendí algo.
M: Victoria.       
V: No (lo volvió a interrumpir).  Déjame terminar, por favor.  Aunque es difícil decir esto, es necesario decirlo.  No somos el uno para el otro.  Estábamos tan entusiasmados con todo lo que tenemos en común, lo buenas amigas que son nuestras hijas y lo maravilloso que es... estar juntos, (hizo una pausa, aspiró a fondo y continuó).  Conocerte ha sido muy agradable, pero nada más allá de eso va a resultar bien.
M: Lo único que me entusiasmó eres tú, Victoria, nuestras hijas nada tienen que ver con lo que siento por ti, me enamoré de ti.
V: Me da gusto que digas eso, pero perdimos de vista el hecho de que ninguno de los dos queria comprometerse en algo serio.  Esa nunca fue nuestra intención.  Algo sucedió y no estoy segura de cuándo o por qué, pero de repente todo se volvió más intenso entre nosotros.  Debemos poner un alto antes de terminar lastimándonos.
Marcos pareció reflexionar sobre esto.
M: Tienes tanto miedo de dar a otro hombre el poder de hacerte daño que no puedes ver más allá, ¿verdad? Ya te dije esto antes, pero parece que no penetró en tu linda cabecita.  Nunca haré las cosas que Antonio te hizo.  Somos dos hombres completamente diferentes y es hora de que te des cuenta de ello.
V: Lo que dices puede ser verdad, Marcos, pero no veo qué puede cambiar eso.  Porque yo no tengo intención de comprometerme en otra relación amorosa.  Patinar como pareja no me parece estar comprometidos (replicó ella en un vano intento por tomar las cosas en broma).
Marcos fue el primero en romper el pesado silencio que siguió.
M: Es obvio que necesitas pensar bien las cosas (dijo con voz cansada).  Y yo también, por cierto.  Cuando hayas entrado en razón, llámame por teléfono.


Continuará…

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