Cuando Me Enamoro
Capítulo 2
Victoria echó una
mirada furtiva por encima del hombro. Cielos,
Cristina tenía razón. Parecía que en efecto iba a encontrarse con alguien que
la conocía.
N: Soy yo, Nicole. Se acuerda de mí,
¿verdad?
Victoria esbozó un intento de sonrisa
al volver a mirar a la mejor amiga de su hija.
V: Hola (dijo con poco entusiasmo y
alzó una mano en un discreto saludo) Me alegra verte (mintió).
Cualquier persona con el menor sentido
de la discreción habría fingido no verla y seguir su camino. No Nicole. Parecía
como si todas las donceañeras del mundo se confabulaban esa noche contra
ella. Lo único que Victoria quería era
una harina preparada para hacer las galletas de chocolate con nueces a su
querida hija, regresar a su casa, hornearla y meterse en la cama a dormir un
par de horas. Victoria pensó que
cualquier persona razonable estaría a esa hora y con ese frío en su casa. Ella
no.
N: La
veo... diferente (murmuró Nicole, mirando con extrañeza a Victoria). Bueno, es una manera de decirlo. Cuando la vi de repente, pensé que era una
pordiosera (dijo sin pensar).
Soltándose la bufanda un poco, Victoria
logró sonreír. Nicole continuó con sus
preguntas incomodas hacia Victoria.
N: ¿Qué hace aquí tan tarde? (quiso
saber, siguiendo a Victoria, quien se escurría hacia la caja).
V: Cristina olvidó decirme lo de las
galletas horneadas.
La alegre risa de Nicole, resonó a
través de la tienda.
N: Yo estaba viendo televisión con mi
papi cuando recordé que no había comprado los jugos y refrescos para la fiesta.
Papá me está esperando ahora en el coche.
¿El padre de Nicole le permitía que
estuviera despierta tan tarde? Victoria
hizo lo que pudo para ocultar su desdén.
Por lo que Cristina le había comentado sobre la joven, sabía el padre de
Nicole era viudo hace once años cuando su madre murió en un accidente acompañada
de su amante. Victoria asume que la
jovencita sin duda no conocía el significado de la palabra disciplina. El padre debía de ser uno de esos liberales
de voluntad débil, tan inmerso en su carrera que no tenía tiempo para su hija.
¡Qué clase de padre podía dejar a una niña de doce años andar por una tienda a
estas horas de la noche! Victoria rodeó los hombros de la niña con un brazo,
como para protegerla de las más ásperas realidades de la vida. La pobre niña.
El abrupto sonido de la puerta
automática fue seguido por los pasos impacientes de alguien que entraba en la
tienda. Victoria alzó la mirada y se
encontró con un hombre alto, cubierto con un sobretodo de corte impecable y
color oscuro, que las miraba con enfado.
M: Nicole, ¿por qué tardas tanto?
N: Papi (dijo la niña sorprendida) Ella
es la mamá de Cristina, la señora Fernández.
Marcos se aproximó, obviamente reaccionó
a la presentación de su hija (su rostro era sin emoción alguna “seco y cortante”).
Victoria se incorporó de manera
automática, enderezando los hombros con rigidez. Marcos era tal como lo imaginaba minutos
antes: un hombre de mundo, elegante y estirado, demasiado guapo para su propio
bien. Este era exactamente el tipo de
hombre que ella procuraba evitar. Ya había sufrido y ninguna relación valía el
dolor que había soportado. Este breve
encuentro con el padre de Nicole le permitió ver a Victoria todo lo que
necesitaba saber.
M: Marcos Guerrero (se presentó él con
frialdad y tendió una mano).
V: Victoria Fernández (dice, estrechó
sin calidez la mano que se le extendía y apartó la suya de inmediato).
Él la estudió con ojos entrecerrados y
la mirada que le dirigió fue tan desaprobadora como la de ella. Lentamente, la mirada del hombre descendió a
las botas sin cerrar y los bordes del pijama visibles bajo el abrigo.
V: Creo que ya era hora de que nos
conociéramos, ¿no le parece?
Victoria no se molestó en disfrazar su
desaprobación hacia la actitud de Marcos hacia el cuidado de una hija. Varias
veces Nicole había ido a su casa después de la escuela, pero la única vez en
que Cristina visitó a su amiga, la niña estaba bajo el cuidado de una niñera.
Un fantasma de sonrisa asomó el rostro
de Guerrero, pero sin alcanzar sus ojos.
M: En efecto, ya era hora.
El parecía estar sugiriendo en su tono
que había cometido un error al permitir que su hija tuviera algo que ver con
una persona vestida así. Victoria miró a
Nicole.
V: ¿No es tarde para que estés
despierta cuando mañana tienes que ir a la escuela?
M: ¿Dónde está Cristina? (Contra atacó
Marcos, mirando a su alrededor por la tienda).
V: En casa
M: ¿No es un poco pequeña para
quedarse sola en la casa mientras usted sale de la tienda?
V: No, en absoluto.
Marcos frunció el entrecejo y volvió a
entornar los ojos. Su expresión
desaprobadora preguntaba qué clase de madre dejaba a su hija sola en la casa a
esas horas de la noche. Victoria le
respondió con una mirada desdeñosa.
V: Ha sido un placer conocerlo, señor Guerrero
(dijo con seriedad).
M: El placer fue mío.
Victoria se sintió aún más consciente
de su apariencia desaliñada. Marcos pone
sus manos sobre los hombros de su hija y la atrajo protectoramente hacia él. Victoria se enfureció por esta acción y pensó ¡Si
Nicole necesitaba protección, era de un padre irresponsable!
De acuerdo, su vestimenta era algo
estrafalaria. Pero era algo que no se podía evitar; ella estaba en una misión
que la postularía para el premio de la madre del año. Victoria encontraba
insultante la insinuación de que ella era la irresponsable.
V: Bien (dijo Victoria con falsa
ligereza) Tengo que irme. Nicole, me dio
gusto volver a verte.
Victoria tomó las cajas de harina
preparada bajo los brazos y se encaminó a pagar. Pagó y fue hacia su coche. La próxima vez que Cristina invitara a Nicole
a la casa, dedicaría más tiempo a charlar con ellas. Ahora sabía la enorme falta que le hacía a Nicole
alguien que le diera una guía firme pero amorosa que cada niño merece.
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