Capítulo 3
VICTORIA, aunque
tenía a cargo una de las empresas más importante de la Argentina, siempre
sacaba tiempo para sus funciones como mamá.
Esta vez aprovechaba las clases de costura que en su momento su madre la
obligó a tomar en sus años de juventud.
Bajó con pericia el pedal de presión sobre la tela roja, luego usó las
dos manos para empujar el material con lentitud bajo la aguja que subía y
bajaba a toda velocidad. De su boca salían alfileres, firmemente apretados
entre los dientes. Su concentración era absoluta.
C: Mami (sofocada
entró al cuarto).
Victoria
interceptó a su hija con una mano en alto hasta que terminó la costura. Cristina dio varias vueltas alrededor de la
mesa de la cocina, como un tiburón que rodea su presa.
C: Mami,
apresúrate, esto es algo importante.
V: ¿Qué? (masculló
Victoria, entre los dientes con los que apretaba los alfileres).
C: ¿Puede
quedarse Nicole a pasar la noche aquí?
Victoria
parpadeó. No era fin de semana y Cristina conocía los reglamentos; tenía
permiso para invitar a sus amigas sólo las noches del viernes y el sábado. Victoria
se quitó los alfileres de la boca antes de contestar.
V: Hoy es
miércoles.
C: Ya lo sé (Cristina
alzó los ojos al cielo con esa exasperación que sólo pueden causar los padres).
Permitir a una
hija quedarse en la casa de una amiguita en una noche entre semana era
exactamente el tipo de conducta irresponsable que Victoria esperaría de un
padre como Marcos Guerrero. Su
estimación del hombre descendía cada vez más. Esa tarde, Victoria supo que Nicole ni
siquiera iba a decirle a su padre que participaría en el espectáculo artístico
de la escuela. El hombre no mostraba el
menor interés en las actividades de su hija. Victoria se sentía tan mal por la actitud de Marcos
que se había ofrecido a confeccionar también para Nicole un vestido especial
para participar en el evento, aparte del que ya estaba haciendo para Cristina.
C: Mami, decídete
de una vez; (Nicole está esperando al teléfono).
V: Mi reina,
mañana deben ir a la escuela. (Cristina hizo otra mueca de fastidio). Ustedes dos se quedarán hablando hasta tarde
y luego no se podrán levantar temprano para ir a clases. La respuesta es no.
La expresión de Cristina
fue de absoluta decepción y desolación.
Cristina para convencer a Victoria dice:
C: Te prometo que
no charlaremos. Sólo por esta vez, mami.
¡Por favor! (Juntó sus manos como quién implora al cielo, y sus enormes ojos verde
suplicaron) ¿Cuántas veces te pido algo?
Victoria miró a
su hija con incredulidad. La lista era
interminable.
C: Está bien,
olvida que te pregunté eso. Pero esto es
importante, mami, de veras importante... por el bien de Nicole.
V: Lo siento,
hija, no entre semana.
Cristina bajó la
cabeza y avanzó hacia el teléfono, arrastrando los pies.
C: Ahora Nicole
tendrá que pasar la noche en la casa de la señora López, y es horrible para
ella.
V: ¿Quién es la
señora López?
Cristina se
volvió hacia su madre y lanzó un suspiro destinado a provocar su compasión.
C: Su niñera.
V: ¿Su padre la
hace pasar la noche con una niñera?
C: Sí. Tiene una
reunión de negocios con Becky.
Victoria se puso
rígida de indignación.
V: ¿Quien es Becky?
C: Alguien con
quien trabaja.
¡Ya lo creo! Los
ojos de Victoria se entrecerraron de indignación. Marcos Guerrero era un mujeriego. ¡Echar fuera de su casa a su propia hija para
poder llevar a una mujer! Era repugnante.
C: La señora López
es muy vieja y obliga a Nicole a comer alimentos naturales. Tiene televisor en
blanco y negro y sólo le permite ver documentales a Nicole. ¿No detestarías
eso?
Victoria sacudió
la cabeza, consternada.
V: ¿Con cuánta
frecuencia pasa la noche Nicole con esa señora?
C: Muchas veces.
Victoria pudo
creer eso.
V: ¿Cuántas veces
es "muchas veces"?
C: Pues... como
dos veces al mes. Algunas ocasiones hasta más que eso.
La pobre niña
descuidada. El corazón de Victoria se
contrajo al pensar en la dulce Nicole entregada a la merced de una mujer que la
alimentaba con hamburguesas de soja.
C: ¿Puede
quedarse, mami? ¡Di que sí, por favor!
V: Está bien (concedió
Victoria). Pero sólo por esta vez.
Cristina cruzó
corriendo el cuarto para ir a echar los brazos alrededor del cuello de su
madre.
C: Eres la mejor
mamá del mundo.
Victoria lanzó un
suave bufido.
V: Al menos debo
estar entre las nominadas (dijo recordando lo ocurrido con las galletas
horneadas).
En Casa de
Marcos:
M: Definitivamente
no! (dice Marcos mientras guardaba en una maleta una camisa recién planchada) Nicole,
no quiero oír más al respecto.
N: Pero, papi, Cristina
es mi mejor amiga.
M: Créeme, mi
amor, me alegra que hayas encontrado una buena amiga, pero cuando me voy en
estos viajes de negocios, quiero estar seguro de que estarás bien cuidada.
Lo que él sabía
de la madre de Cristina no era muy estimulante. La mujer era una cabeza de chorlito que dejaba
a su hija sola mientras iba al supermercado en busca de golosinas... y luego
tenía el descaro de recriminarlo porque Nicole estaba despierta un poco más
tarde. Además de ser una entrometida, Victoria
Fernández se vestía como chiflada.
Nicole sacándolo
de sus pensamientos le dice:
N: Papi, no sabes
lo que es para mí quedarme con la señora López.
Marcos, Ignorando
a Nicole, siguió haciendo su equipaje. Detestaba
tener que dejar a su hija con una persona extraña, pero no tenía otra opción. Su familia vivía lejos de la ciudad. Como socio mayoritario de Deportes Extremos
de Argentina estaba obligado a realizar algunos viajes de negocios que lo
alejaban por algunos días de Nicole. Y más durante estos meses que se estaba
trabajando con el contrato de exclusividad con grande marcas deportivas como
Adidas, Nike entre otras. Sus viajes eran esenciales para obtener información
sobre sus posibles clientes que les que les permitiría a él y a su socio
americano, John Becky, alcanzar su meta de expansión.
Nicole se sentó
al borde de la cama con expresión tristona.
N: La última vez
que pasé la noche en casa de la señora López, ella sirvió corazón de buey para
la cena.
Marcos hizo una
mueca involuntaria.
N: Y me hizo ver
un documental de televisión que trataba todo sobre hongos, papi.
Marcos apretó los
dientes. Ciertamente la anciana era un poco excéntrica, pero cuidaba a Nicole
con esmero y eso era lo único que importaba.
N: ¿Sabes lo que
va a cenar Cristina?
Marcos no quiso
conjeturar. Sin duda, algo como helado
de fresa y rosetas de maíz con caramelo.
M: No, y no quiero
saber.
N: No es hígado
con salsa agridulce, eso te lo puedo decir.
M: Nicole, el
tema está cerrado. Pasarás la noche con
la señora López y punto (dice con tono inflexible)
N: Cristina
cenará espagueti con albóndigas, leche y pan francés. Y la señora Fernández
dijo que podría ayudar a Cristina a preparar las albóndigas; pero está bien, le
hablaré por teléfono y le diré que no quieres que pase la noche en una casa
donde no me vayan a cuidar como es debido.
M: Nicole...
N: Papá, no te
preocupes, entiendo...
Marcos lo dudaba.
Colocó dentro de la maleta el resto de su ropa y la cerró.
N: Al menos estoy
tratando de entender por qué me mandas a pasar la noche con una persona como la
señora López, cuando mi mejor amiga me invitó a pasar la noche en su casa.
Marcos se comenzó
a ablandar. Era sólo una noche y en tan
poco tiempo era difícil que la extraña madre de Cristina pudiera ejercer una
mala influencia en Nicole.
N: Espaguetti con
albóndigas (murmuró Nicole como para sí misma) Mi comida favorita.
Esa era una novedad
para Marcos. La última vez, la comida
favorita de su hija era pizza, y la vez anterior...
N: Y tienen un
televisor a color de cuarenta pulgadas. (Marcos vaciló) Con control remoto.
M: ¿La madre de Cristina
estará allí toda la noche?
N: Por supuesto.
M: ¿Dónde
dormirás tú?
N: Cristina tiene
una cama doble (los ojos de Nicole se alegraron). Y ya le prometimos a la señora Fernández que
nos dormiríamos temprano.
Marcos lanzó un
resoplido de resignación.
M: Está bien,
Nicole. Puedes quedarte en casa de Cristina, espero no arrepentirme.
Nicole lanzó una
exclamación de alegría. Y Marcos añadió…
M: Pero sólo por
esta vez.
N: Oh, papi, eres
lo máximo. (La niña se abrazó a la
cintura de su padre y lo apretó con todas sus fuerzas).
M: Ya, ya, está
bien, ya me di cuenta de que estás contenta con mi decisión (dijo Marcos con
una breve carcajada).
N: ¿Podemos irnos
ya?
M: ¿Ya?
N: Sí. La señora Fernández dijo de veras que la podía
ayudar a preparar las albóndigas y, ¿sabes qué más?
M: ¿Qué?
N: Nos está
haciendo a Cristina y a mí vestidos idénticos para el festival de talentos del
colegio.
Marcos se detuvo
y se volvió a mirar a su hija.
M: ¿Cuál
festival?
N: ¡Ups! (Nicole se llevó una mano a la indiscreta boca). No a iba decírtelo porque es el Día de San
Valentín y yo sabía que no podrías asistir. No quería que te sintieras mal.
M: Nicole, es más
importante que no me ocultes cosas.
N: Pero ese día tienes
que estar en Córdoba.
La niña tenía
razón. El detestaría perderse el
festival, pero tenía programada una reunión con la Comisión de Comercio Exterior
ese día ya que próximamente su compañía comenzaría con la exportación de su
línea de accesorios deportivos extremos al exterior.
M: ¿Y cuál
talento tienes tú y Cristina? (quiso saber Marcos).
N: Vamos a bailar
y mover los labios como si cantáramos una canción de One Direction; ya sabes,
el grupo de pop de Inglaterra.
M: Quizá podría
persuadirlas para que me den una demostración previa de su actuación (dice
Marcos y los ojos azules de Nicole se iluminaron de entusiasmo).
N: ¡Qué gran
idea! ¡Se lo diré a Cristina! (Nicole corrió a su cuarto y regresó con una
bolsa con ropa). Cuando quieras podemos
irnos.
La alegría de
Nicole llamó la atención de su padre. Nunca había estado tan feliz en otras
ocasiones en las que él tenía que dejarla.
Cuando él tomó su maleta y su portafolio, su hija ya lo esperaba a la
puerta.
N: ¿No vas a
pasar para saludar a la señora Fernández? (preguntó Nicole cuando Marcos estacionó su
Mercedes frente a la casa de Cristina, quince minutos después).
Incluso a la luz
del atardecer, Marcos pudo ver que la casa estaba recién pintada y tenía
cortinas verdes en las ventanas. El patio
del frente de la casa y los macizos de flores parecían bien cuidados. Ciertamente no era el tipo de casa que él
asociaba con la lunática madre de Cristina.
N: Vas a pasar o no? (insistió Nicole con cierta impaciencia).
Marcos vaciló en
su decisión. No tenía mucho entusiasmo
de volver a saludar a una mujer que usaba botas sin cerrar y pijama de franela
para ir de compras.
N: Papá...
Antes que Marcos pudiera responder, la puerta se abrió y Cristina salió a toda velocidad. Una preciosa rubia salió poco despues....
Continuará.....
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