miércoles, 27 de noviembre de 2013

Capítulo 3

Cuando Me Enamoro
Capítulo 3

 

VICTORIA, aunque tenía a cargo una de las empresas más importante de la Argentina, siempre sacaba tiempo para sus funciones como mamá.  Esta vez aprovechaba las clases de costura que en su momento su madre la obligó a tomar en sus años de juventud.  Bajó con pericia el pedal de presión sobre la tela roja, luego usó las dos manos para empujar el material con lentitud bajo la aguja que subía y bajaba a toda velocidad. De su boca salían alfileres, firmemente apretados entre los dientes. Su concentración era absoluta.

 

C: Mami (sofocada entró al cuarto).

 

Victoria interceptó a su hija con una mano en alto hasta que terminó la costura.  Cristina dio varias vueltas alrededor de la mesa de la cocina, como un tiburón que rodea su presa.

 

C: Mami, apresúrate, esto es algo importante.

V: ¿Qué? (masculló Victoria, entre los dientes con los que apretaba los alfileres).

C: ¿Puede quedarse Nicole a pasar la noche aquí?

 

Victoria parpadeó. No era fin de semana y Cristina conocía los reglamentos; tenía permiso para invitar a sus amigas sólo las noches del viernes y el sábado. Victoria se quitó los alfileres de la boca antes de contestar.

 

V: Hoy es miércoles.

C: Ya lo sé (Cristina alzó los ojos al cielo con esa exasperación que sólo pueden causar los padres).

 

Permitir a una hija quedarse en la casa de una amiguita en una noche entre semana era exactamente el tipo de conducta irresponsable que Victoria esperaría de un padre como Marcos Guerrero.  Su estimación del hombre descendía cada vez más.  Esa tarde, Victoria supo que Nicole ni siquiera iba a decirle a su padre que participaría en el espectáculo artístico de la escuela.  El hombre no mostraba el menor interés en las actividades de su hija.  Victoria se sentía tan mal por la actitud de Marcos que se había ofrecido a confeccionar también para Nicole un vestido especial para participar en el evento, aparte del que ya estaba haciendo para Cristina.

 

C: Mami, decídete de una vez; (Nicole está esperando al teléfono).

V: Mi reina, mañana deben ir a la escuela. (Cristina hizo otra mueca de fastidio).  Ustedes dos se quedarán hablando hasta tarde y luego no se podrán levantar temprano para ir a clases.  La respuesta es no.

 

La expresión de Cristina fue de absoluta decepción y desolación.  Cristina para convencer a Victoria dice:

 

C: Te prometo que no charlaremos.  Sólo por esta vez, mami. ¡Por favor! (Juntó sus manos como quién implora al cielo, y sus enormes ojos verde suplicaron) ¿Cuántas veces te pido algo?

 

Victoria miró a su hija con incredulidad.  La lista era interminable.

 

C: Está bien, olvida que te pregunté eso.  Pero esto es importante, mami, de veras importante... por el bien de Nicole.

V: Lo siento, hija, no entre semana.

 

Cristina bajó la cabeza y avanzó hacia el teléfono, arrastrando los pies.

 

C: Ahora Nicole tendrá que pasar la noche en la casa de la señora López, y es horrible para ella.

V: ¿Quién es la señora López?

 

Cristina se volvió hacia su madre y lanzó un suspiro destinado a provocar su compasión.

 

C: Su niñera.

V: ¿Su padre la hace pasar la noche con una niñera?

C: Sí. Tiene una reunión de negocios con Becky.

 

Victoria se puso rígida de indignación.

 

V: ¿Quien es Becky?

C: Alguien con quien trabaja.

 

¡Ya lo creo! Los ojos de Victoria se entrecerraron de indignación.  Marcos Guerrero era un mujeriego.  ¡Echar fuera de su casa a su propia hija para poder llevar a una mujer! Era repugnante.

 

C: La señora López es muy vieja y obliga a Nicole a comer alimentos naturales. Tiene televisor en blanco y negro y sólo le permite ver documentales a Nicole. ¿No detestarías eso?

 

Victoria sacudió la cabeza, consternada.

 

V: ¿Con cuánta frecuencia pasa la noche Nicole con esa señora?

C: Muchas veces.

 

Victoria pudo creer eso.

 

V: ¿Cuántas veces es "muchas veces"?

C: Pues... como dos veces al mes. Algunas ocasiones hasta más que eso.

 

La pobre niña descuidada.  El corazón de Victoria se contrajo al pensar en la dulce Nicole entregada a la merced de una mujer que la alimentaba con hamburguesas de soja.

 

C: ¿Puede quedarse, mami? ¡Di que sí, por favor!

V: Está bien (concedió Victoria).  Pero sólo por esta vez.

 

Cristina cruzó corriendo el cuarto para ir a echar los brazos alrededor del cuello de su madre.

 

C: Eres la mejor mamá del mundo.

 

Victoria lanzó un suave bufido.

 

V: Al menos debo estar entre las nominadas (dijo recordando lo ocurrido con las galletas horneadas).

 

En Casa de Marcos:

 

M: Definitivamente no! (dice Marcos mientras guardaba en una maleta una camisa recién planchada) Nicole, no quiero oír más al respecto.

N: Pero, papi, Cristina es mi mejor amiga.

M: Créeme, mi amor, me alegra que hayas encontrado una buena amiga, pero cuando me voy en estos viajes de negocios, quiero estar seguro de que estarás bien cuidada. 

 

Lo que él sabía de la madre de Cristina no era muy estimulante.  La mujer era una cabeza de chorlito que dejaba a su hija sola mientras iba al supermercado en busca de golosinas... y luego tenía el descaro de recriminarlo porque Nicole estaba despierta un poco más tarde.  Además de ser una entrome­tida, Victoria Fernández se vestía como chiflada.

 

Nicole sacándolo de sus pensamientos le dice:

N: Papi, no sabes lo que es para mí quedarme con la señora López.

 

Marcos, Ignorando a Nicole, siguió haciendo su equipaje.  Detestaba tener que dejar a su hija con una persona extraña, pero no tenía otra opción.  Su familia vivía lejos de la ciudad.  Como socio mayoritario de Deportes Extremos de Argentina estaba obligado a realizar algunos viajes de negocios que lo alejaban por algunos días de Nicole. Y más durante estos meses que se estaba trabajando con el contrato de exclusividad con grande marcas deportivas como Adidas, Nike entre otras. Sus viajes eran esenciales para obtener información sobre sus posibles clientes que les que les permitiría a él y a su socio americano, John Becky, alcanzar su meta de expansión.

 

Nicole se sentó al borde de la cama con expresión tristona.

N: La última vez que pasé la noche en casa de la señora López, ella sirvió corazón de buey para la cena.

 

Marcos hizo una mueca involuntaria.

 

N: Y me hizo ver un documental de televisión que trataba todo sobre hongos, papi.

 

Marcos apretó los dientes. Ciertamente la anciana era un poco excéntrica, pero cuidaba a Nicole con esmero y eso era lo único que importaba.

 

N: ¿Sabes lo que va a cenar Cristina?

 

Marcos no quiso conjeturar.  Sin duda, algo como helado de fresa y rosetas de maíz con caramelo.

 

M: No, y no quiero saber.

N: No es hígado con salsa agridulce, eso te lo puedo decir.  

M: Nicole, el tema está cerrado.  Pasarás la noche con la señora López y punto (dice con tono inflexible)

 

N: Cristina cenará espagueti con albóndigas, leche y pan francés. Y la señora Fernández dijo que podría ayudar a Cristina a preparar las albóndigas; pero está bien, le hablaré por teléfono y le diré que no quieres que pase la noche en una casa donde no me vayan a cuidar como es debido.

 

M: Nicole...

N: Papá, no te preocupes, entiendo...

 

Marcos lo dudaba. Colocó dentro de la maleta el resto de su ropa y la cerró.

 

N: Al menos estoy tratando de entender por qué me mandas a pasar la noche con una persona como la señora López, cuando mi mejor amiga me invitó a pasar la noche en su casa.

 

Marcos se comenzó a ablandar.  Era sólo una noche y en tan poco tiempo era difícil que la extraña madre de Cristina pudiera ejercer una mala influencia en Nicole.

 

N: Espaguetti con albóndigas (murmuró Nicole como para sí misma) Mi comida favorita.

 

Esa era una novedad para Marcos.  La última vez, la comida favorita de su hija era pizza, y la vez anterior...

 

N: Y tienen un televisor a color de cuarenta pulgadas. (Marcos vaciló) Con control remoto.

M: ¿La madre de Cristina estará allí toda la noche?

N: Por supuesto.

M: ¿Dónde dormirás tú?

N: Cristina tiene una cama doble (los ojos de Nicole se alegraron).  Y ya le prometimos a la señora Fernández que nos dormiríamos temprano.  

Marcos lanzó un resoplido de resignación.

M: Está bien, Nicole. Puedes quedarte en casa de Cristina, espero no arrepentirme.

 

Nicole lanzó una exclamación de alegría. Y Marcos añadió…

M: Pero sólo por esta vez.

N: Oh, papi, eres lo máximo.  (La niña se abrazó a la cintura de su padre y lo apretó con todas sus fuerzas).

M: Ya, ya, está bien, ya me di cuenta de que estás contenta con mi decisión (dijo Marcos con una breve carcajada).

N: ¿Podemos irnos ya?

M: ¿Ya?

N: Sí.  La señora Fernández dijo de veras que la podía ayudar a preparar las albóndigas y, ¿sabes qué más?

M: ¿Qué?

N: Nos está haciendo a Cristina y a mí vestidos idénticos para el festival de talentos del colegio.

 

Marcos se detuvo y se volvió a mirar a su hija.

M: ¿Cuál festival?

N: ¡Ups!  (Nicole se llevó una mano a la indiscreta boca).  No a iba decírtelo porque es el Día de San Valentín y yo sabía que no podrías asistir. No quería que te sintieras mal.

 

M: Nicole, es más importante que no me ocultes cosas.

N: Pero ese día tienes que estar en Córdoba.

 

La niña tenía razón.  El detestaría perderse el festival, pero tenía programada una reunión con la Comisión de Comercio Exterior ese día ya que próximamente su compañía comenzaría con la exportación de su línea de accesorios deportivos extremos al exterior.

 

M: ¿Y cuál talento tienes tú y Cristina? (quiso saber Marcos).

N: Vamos a bailar y mover los labios como si cantáramos una canción de One Direction; ya sabes, el grupo de pop de Inglaterra.

 

M: Quizá podría persuadirlas para que me den una demostración previa de su actuación (dice Marcos y los ojos azules de Nicole se iluminaron de entusiasmo).

N: ¡Qué gran idea! ¡Se lo diré a Cristina! (Nicole corrió a su cuarto y regresó con una bolsa con ropa).  Cuando quieras podemos irnos.

 

La alegría de Nicole llamó la atención de su padre. Nunca había estado tan feliz en otras ocasiones en las que él tenía que dejarla.  Cuando él tomó su maleta y su portafolio, su hija ya lo esperaba a la puerta.

 

N: ¿No vas a pasar para saludar a la señora Fernández?  (preguntó Nicole cuando Marcos estacionó su Mercedes frente a la casa de Cristina, quince minutos después).

 

Incluso a la luz del atardecer, Marcos pudo ver que la casa estaba recién pintada y tenía cortinas verdes en las ventanas.  El patio del frente de la casa y los macizos de flores parecían bien cuidados.  Ciertamente no era el tipo de casa que él asociaba con la lunática madre de Cristina.
 
N:  Vas a pasar o no? (insistió Nicole con cierta impaciencia).
 
Marcos vaciló en su decisión.  No tenía mucho entusiasmo de volver a saludar a una mujer que usaba botas sin cerrar y pijama de franela para ir de compras.


N: Papá...

Antes que Marcos pudiera responder, la puerta se abrió y Cristina salió a toda velocidad.  Una preciosa rubia salió poco despues....
 
Continuará.....
 

 

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