jueves, 28 de noviembre de 2013

Capítulo 5

Cuando Me Enamoro
Capítulo 5
VICTORIA estaba cocinando unas milanesas con puré de papas la siguiente noche, cuando Cristina entró a la cocina a toda prisa.
C: Ya vino el señor Guerrero a recoger a Nicole.  Creo que deberías invitarlos a cenar... y así podrías explicarle lo de la otra noche, ¿no crees?
"Oh, claro", pensó Victoria, milanesas con puré de papas no impresionarían a alguien como Marcos Guerrero, estaba segura.
Antes que Cristina pudiera argumentar algo, Victoria sacudió la cabeza y ofreció la primera excusa que se le ocurrió.
V: No hay suficientes milanesas para invitarlo esta noche.  Además, lo más probable es que el señor Guerrero esté fatigado después de su viaje.
C: Apuesto a que también está hambriento, y Nicole piensa que eres una cocinera estupenda, y...
Una mirada severa de su madre hizo callar a la niña.
V: ¡Otra noche, Cristina!
Victoria se sacudió el pan molido de los dedos y se aflojó el delantal.  Inhalando profundamente, se pasó una mano por los cabellos y observó su reflejo en la ventana.  Nadie la confundiría con Miss Buenos Aires, pero su apariencia era aceptable.  Bien, era hora de mantener erguida la cabeza, tragarse el orgullo y dar algunas explicaciones al padre de Nicole.

Forzó una sonrisa de bienvenida al entrar a la sala.  Marcos estaba parado con actitud de fastidio junto a la puerta, como dispuesto a iniciar una rápida retirada si era necesario.

V: ¿Qué tal estuvo su viaje? (aventuró a decir Victoria, procurando adoptar un tono amable).
M: Bien. Gracias (la expresión de Marcos no cambió).
V: ¿Tiene tiempo para tomarse una taza de café? (preguntó Victoria, procurando no delatar su nerviosismo).
Marcos la observó con suspicacia.  Victoria no estaba segura de si debía siquiera tratar de explicar las cosas.  A su debido tiempo él se daría cuenta de que ella no era una candidata a la "casa de la risa"; tal como ella había descubierto que Marcos no era un padre abominable.

El consultó su reloj y negó con la cabeza.
M: No tengo tiempo para hacer una visita esta noche.  Pero gracias por la invitación.

Victoria apenas pudo ocultar su alivio.
M: ¿Se portó bien Nicole?
V: Muy bien. Nicole es una niña encantadora.
Una sonrisa suavizó el rostro del empresario.
M: Bien.
Cristina y Nicole irrumpieron en ese momento en la sala.
C: ¿Se va a quedar el señor Guerrero, mami?
M y V: En otra ocasión... —dijeron Marcos y Victoria al mismo tiempo.
C y N: Oh (las jovencitas se miraron y mostraron sin reticencias su decepción).
M: ¿Ya guardaste tus cosas, Nicole? (preguntó Marcos, sin ocultar su ansia por marcharse de allí).
Su hija asintió con renuencia.
N: Creo que sí.
C: ¿No crees que deberías revisar en mi cuarto una vez más? (sugirió Cristina, tomando a su amiga de la mano y conduciéndola hacia el pasillo).
N: Oh, sí, creo que sería bueno (ambas desaparecieron antes que Victoria o Marcos pudieran decir algo).

El silencio entre Marcos y Victoria podría haber sido cortado con tijeras, de tan denso y opresivo.  Pero puesto que se había presentado la oportunidad, Victoria decidió asumir la desagradable tarea de explicar su conducta cuando conoció a Marcos en la tienda.

V: Creo que le debo una disculpa (murmuró, arrojándose).
M: ¿Una disculpa? (Preguntó de forma irónica).
V: Pues... sí... la noche en que lo conocí supuse que era usted un padre irresponsable por permitir que Nicole estuviera despierta tan tarde.  Ella me explicó ya que usted acababa de regresar de un viaje.
M: Sí, bien, admito que sentí el dardo de su desaprobación.

Esto no era fácil. Victoria tragó saliva y entrelazó los dedos mientras se obligaba a mirar al hombre a los ojos.

V: Nicole me explicó que su vuelo se retrasó y por eso ella olvidó mencionar lo de los refrescos y jugos para la fiesta.
Una sonrisa relajó el rostro de Marcos, haciéndolo ver más guapo de lo que era.
M: Puesto que estamos siendo sinceros, debo admitir que yo también me formé un prejuicio sobre usted esa noche.

Victoria bajó la mirada.
V: Ya puedo imaginarlo.  Espero que ahora comprenda que no siempre me visto así.
M: Lo pude ver cuando dejé anoche a Nicole.
Ambos hicieron una pausa y se sonrieron con cierto bochorno, y Victoria se sintió más tranquila.
C: Puesto que Cristina y Nicole son tan buenas amigas, me pareció... pues... que debía aclarar las cosas entre usted y yo.  Por todo lo que ha dicho Nicole, es usted un excelente padre.
M: Pues por todo lo que ella me ha dicho, usted es una magnífica madre.
V: Créame, no es fácil cuidar a una adolescente.
M: Lo sé muy bien. Sufrimos del mismo mal.
Los dos rieron entonces y, como aún se sentían un poco incómodos, el sonido de sus risas fue extraño.
M: Eh... pensándolo bien (dijo Marcos con cierta vacilación).  Creo que sí podría darme un poco de tiempo para esa taza de café.
V: Bien (Victoria lo condujo hacia la cocina.  Mientras Marcos se sentaba a la mesa, ella llenó una taza con el humeante y aromático líquido y la puso sobre la mesa)  ¿Cómo le gusta?
M: Negro y dos de azúcar.

Victoria se sentó enfrente de él, todavía un poco turbada.  La mente le daba vueltas.  No quería dar a Marcos una segunda mala impresión.  Le preocupaba que él pudiera confundir su amabilidad con algún incipiente interés romántico.  Buscó alguna forma diplomática de disolver de antemano toda confusión en ese sentido.
M: Me gustaría pagarle (señaló Marcos, interrumpiendo las reflexiones de ella.
Marcos tenía su libreta de cheques sobre la mesa y una estilográfica dispuesta para extender un cheque.  Victoria parpadeó sin comprender.
V: ¿Por un café?
M: Por cuidar de Nicole.
V: No, por favor.  No me causó la menor molestia.
M: ¿Y qué hay del traje para el festival artístico? Sin duda le debo algo por eso.
V: No.  Yo tenía esa tela guardada desde hace años. De no haberla usado para los vestidos, sin duda la habría tirado a la basura. 
M: Pero su tiempo y su esfuerzo deben valer algo.
V: Fue el mismo trabajo coser dos que uno.  Y me gusta coser.  De cualquier manera, ya habrá alguna oportunidad para que me pague el favor.  Soy una nulidad en cuestiones de electricidad y peor aún con las cañerías.
Victoria no pudo creer que ella había dicho eso.  Marcos Guerrero no parecía el tipo de hombre que hace reparaciones domesticas.
M: No tenga empacho en pedírmelo.  Si yo no lo puedo arreglar, le buscaré quién lo haga.
V: Gracias (dijo Victoria, tranquilizándose).  
Ahora que charlaba con Marcos, se daba cuenta de que era amable y simpático.
C: Mami (gritó Cristina entrando como torbellino a la cocina).  ¿Ya invitaste al señor Guerrero?
V: ¿A qué?
C: A que venga a cenar con nosotras alguna noche de estas.
Victoria sintió que el rubor le teñía hasta la punta de los cabellos.  Cristina había hecho parecer la invitación como una treta fraguada entre las tres con intenciones románticas.
Nicole, que entró a la cocina después que su amiga, proporcionó una oportuna interrupción.
N: Papi, Cristina y yo queremos mostrarte nuestro número para el festival.
M: Me encantaría. ¿Le molesta, Victoria?
V: Por supuesto que no.
C: Mi mami terminó los vestidos anoche. Nos cambiaremos y regresaremos pronto (anunció Cristina, con su voz aguda de entusiasmo).  Las dos jovencitas se escabulleron de prisa.  En cuanto estuvieron fuera de la cocina, Victoria se puso de pie con presteza y llenó su taza de café.  En realidad estaba buscando una manera de hablar con Marcos francamente, sin causarle o causarse engorro.  Pensó con ironía que cualquiera que la viese en ese momento encontraría difícil creer que era una eficiente ejecutiva que dirige la empresa de golosinas del País.
V: Creo que debería explicarle algo (dice por fin).
M: ¿Sí? (Marcos siguió los movimientos de Victoria por la cocina.  Victoria parecía incapaz de permanecer en un solo lugar por más de unos segundos.  Se movía de la cafetera al refrigerador, del refrigerador a la estufa, hasta que se detuvo allí un momento.  Entrelazó los dedos a la espalda e inhaló profundo antes de atreverse a hablar).
V: Quiero que sepa que cuando Nicole se queda con Cristina y conmigo está en buenas manos.
M: Y yo se lo agradezco (dice Marcos con una cortés inclinación de cabeza).  Pero tengo la impresión de que Cristina, y quizá también Nicole, quisieran que usted y yo nos... Conociéramos mejor, que nos tratáramos, si me entiende lo que quiero decir (pensó para sí, ¡cielos, qué tonta se sentía!)  Bien, lo que quiero decir es que no estoy interesada en relaciones románticas.  Yo tengo demasiadas cosas que hacer para mezclarme en complicaciones sentimentales y no quiero que usted se sienta amenazado por la motivación de ambas chicas.  Discúlpeme por ser tan franca, pero creo que es mejor aclarar esto.  Esta invitación a cenar fue idea de Cristina, no mía.  No quiero que piense que yo tuve algo que ver al respecto.  
M: Una invitación a cenar está lejos de ser una proposición amorosa.
V: Cierto (Victoria se sintió más tonta).  Pero... no quiero que piense que estoy interesada en usted... románticamente (se desplomó en la silla, se apartó los cabellos de la frente y lanzó un largo suspiro).  Creo que estoy enredando las cosas, ¿verdad?
M: No.  Si entiendo bien, lo que quiere decir es que preferiría que seamos amigos y nada más.
V: Exacto (complacida por la comprensión de Marcos, Victoria se enderezó en su asiento).
M: Para serle sincero, yo pienso lo mismo (procedió a explicar).  Estuve casado una vez y es más que suficiente.  Victoria asintió con entusiasmo.
V: Cierto. Me gusta la vida tal como es.  Cristina y yo somos muy unidas y quiero seguir disfrutando de mí intimidad.  Mi carrera profesional marcha muy bien.
M: Lo mismo que yo, lo que menos necesito ahora es una mujer que complique mi vida (Marcos hizo una breve pausa, luego preguntó) ¿Cuánto hace que está divorciada?
V: No, yo nunca me casé, pero tuve varios desengaños amorosos.
Hubo un breve silencio y luego Marcos tendió una mano a Victoria.
M: ¿Amigos?
V: Amigos.
Ambos sonrieron.  Ambas chicas le presentaron su número musical a Marcos y Victoria y ambos las felicitaron.

Había pasado ya casi una semana desde que Victoria habló con Marcos.  Estaba satisfecha de la forma en que habían sucedido las cosas esa tarde; ahora se entendían, a pesar del desastroso primer encuentro.
Esa mañana del sábado, mientras desayunaban, Cristina le comenta a Victoria:
C: Puesto que el señor Guerrero no podrá estar aquí para el festival artístico el miércoles, quiere llevar a Nicole y a mí a cenar el sábado por la noche (le dice Cristina a Victoria) ¿Me das permiso?
V: Sí (contestó Victoria distraídamente, mientras recorría la primera página del periódico vespertino del sábado).
C: Mami, creo que lo mejor sería que tú hablaras con el papá de Nicole (sugirió Cristina).
V: Está bien, tesoro (Victoria buscó la tira de Garfield, su gato favorito, en la sección cómica del periódico).
C: ¡Mami! (exclamó Cristina con impaciencia).  El señor Guerrero está al teléfono ahora.  No puedes hacerlo esperar así.  No es correcto.

Victoria dejó a un lado el periódico y se puso de pie con presteza.
V: ¡Cielos! ¿Por qué no me lo habías dicho?
C: Te lo dije.  De veras, mami, creo que la estás perdiendo.

Fuera lo qué fuese que ella estaba perdiendo,- parecía algo serio.  Al momento en el que Victoria entró a la cocina, Cristina le puso el auricular en la mano.
V: Habla Victoria
M: Soy Marcos (se oyó al otro lado de la línea).  No se sienta mal, Nicole también piensa que yo la estoy perdiendo.
V: Lo tomaría más en serio si supiera qué es lo que estoy perdiendo.
M: Yo también (coincidió Marcos). 
Victoria pudo percibir la risa en su voz.
M: Señora Fernández, ¿le parece bien la cena el próximo sábado por la noche?
V: No veo inconveniente.
M: Magnífico.  Las chicas sugirieron la fuente de sodas de la que siempre están hablando.
V: El Palacio Rosa (dijo Victoria y logró tragarse una pequeña risa.  A Marcos le esperaba una noche loca con ese par.  El año anterior, Cristina había convencido a Victoria de que la llevara allá para celebrar su cumpleaños.  Las hamburguesas resultaron tan caras como si fueran chuletones.  La música era tan ruidosa que Victoria tuvo dificultad para oír bien durante una semana.  Y el lugar estaba atestado de adolescentes.  Pero el helado era bastante bueno, eso sí). Por cierto, (añadió Victoria) Nicole será bienvenida aquí cuando tenga usted que salir de la ciudad la próxima semana.
M: Victoria, eso es magnífico.  No quería pedírselo, pero la niña me ha estado hostigando con eso desde la última vez. Temía que la volviera a dejar con la señora Lopez.
V: Será mejor si se queda aquí, ya que ese día será el festival artístico.
M: ¿Está completamente segura?
V: Sí. No hay el menor problema.
M: Bien (Marcos pareció aliviado).  Y no se ponga muy elegante para el sábado por la noche.
V: ¿El sábado por la noche? (preguntó Victoria, desconcertada).

M: Sí. ¿No me acaba de decir que está de acuerdo en que vayamos los cuatro a cenar?....

Continuará ....

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