Cuando Me Enamoro
Capítulo 5
VICTORIA estaba cocinando
unas milanesas con puré de papas la siguiente noche, cuando Cristina entró a la
cocina a toda prisa.
C: Ya vino el
señor Guerrero a recoger a Nicole. Creo
que deberías invitarlos a cenar... y así podrías explicarle lo de la otra
noche, ¿no crees?
"Oh,
claro", pensó Victoria, milanesas con puré de papas no impresionarían a
alguien como Marcos Guerrero, estaba segura.
Antes que Cristina
pudiera argumentar algo, Victoria sacudió la cabeza y ofreció la primera excusa
que se le ocurrió.
V: No hay
suficientes milanesas para invitarlo esta noche. Además, lo más probable es que el señor Guerrero
esté fatigado después de su viaje.
C: Apuesto a que
también está hambriento, y Nicole piensa que eres una cocinera estupenda, y...
Una mirada severa
de su madre hizo callar a la niña.
V: ¡Otra noche, Cristina!
Victoria se sacudió
el pan molido de los dedos y se aflojó el delantal. Inhalando profundamente, se pasó una mano por
los cabellos y observó su reflejo en la ventana. Nadie la confundiría con Miss Buenos Aires,
pero su apariencia era aceptable. Bien,
era hora de mantener erguida la cabeza, tragarse el orgullo y dar algunas
explicaciones al padre de Nicole.
Forzó una sonrisa
de bienvenida al entrar a la sala. Marcos
estaba parado con actitud de fastidio junto a la puerta, como dispuesto a
iniciar una rápida retirada si era necesario.
V: ¿Qué tal
estuvo su viaje? (aventuró a decir Victoria, procurando adoptar un tono
amable).
M: Bien. Gracias (la
expresión de Marcos no cambió).
V: ¿Tiene tiempo
para tomarse una taza de café? (preguntó Victoria, procurando no delatar su
nerviosismo).
Marcos la observó
con suspicacia. Victoria no estaba
segura de si debía siquiera tratar de explicar las cosas. A su debido tiempo él se daría cuenta de que
ella no era una candidata a la "casa de la risa"; tal como ella había
descubierto que Marcos no era un padre abominable.
El consultó su
reloj y negó con la cabeza.
M: No tengo
tiempo para hacer una visita esta noche. Pero gracias por la invitación.
Victoria apenas
pudo ocultar su alivio.
M: ¿Se portó bien
Nicole?
V: Muy bien.
Nicole es una niña encantadora.
Una sonrisa
suavizó el rostro del empresario.
M: Bien.
Cristina y Nicole
irrumpieron en ese momento en la sala.
C: ¿Se va a
quedar el señor Guerrero, mami?
M y V: En otra
ocasión... —dijeron Marcos y Victoria al mismo tiempo.
C y N: Oh (las jovencitas
se miraron y mostraron sin reticencias su decepción).
M: ¿Ya guardaste
tus cosas, Nicole? (preguntó Marcos, sin ocultar su ansia por marcharse de allí).
Su hija asintió
con renuencia.
N: Creo que sí.
C: ¿No crees que
deberías revisar en mi cuarto una vez más? (sugirió Cristina, tomando a su
amiga de la mano y conduciéndola hacia el pasillo).
N: Oh, sí, creo
que sería bueno (ambas desaparecieron antes que Victoria o Marcos pudieran
decir algo).
El silencio entre
Marcos y Victoria podría haber sido cortado con tijeras, de tan denso y
opresivo. Pero puesto que se había
presentado la oportunidad, Victoria decidió asumir la desagradable tarea de
explicar su conducta cuando conoció a Marcos en la tienda.
V: Creo que le
debo una disculpa (murmuró, arrojándose).
M: ¿Una disculpa?
(Preguntó de forma irónica).
V: Pues... sí...
la noche en que lo conocí supuse que era usted un padre irresponsable por
permitir que Nicole estuviera despierta tan tarde. Ella me explicó ya que usted acababa de regresar
de un viaje.
M: Sí, bien,
admito que sentí el dardo de su desaprobación.
Esto no era
fácil. Victoria tragó saliva y entrelazó los dedos mientras se obligaba a mirar
al hombre a los ojos.
V: Nicole me
explicó que su vuelo se retrasó y por eso ella olvidó mencionar lo de los refrescos
y jugos para la fiesta.
Una sonrisa
relajó el rostro de Marcos, haciéndolo ver más guapo de lo que era.
M: Puesto que
estamos siendo sinceros, debo admitir que yo también me formé un prejuicio
sobre usted esa noche.
Victoria bajó la
mirada.
V: Ya puedo
imaginarlo. Espero que ahora comprenda
que no siempre me visto así.
M: Lo pude ver
cuando dejé anoche a Nicole.
Ambos hicieron
una pausa y se sonrieron con cierto bochorno, y Victoria se sintió más
tranquila.
C: Puesto que Cristina
y Nicole son tan buenas amigas, me pareció... pues... que debía aclarar las
cosas entre usted y yo. Por todo lo que
ha dicho Nicole, es usted un excelente padre.
M: Pues por todo
lo que ella me ha dicho, usted es una magnífica madre.
V: Créame, no es
fácil cuidar a una adolescente.
M: Lo sé muy
bien. Sufrimos del mismo mal.
Los dos rieron
entonces y, como aún se sentían un poco incómodos, el sonido de sus risas fue
extraño.
M: Eh...
pensándolo bien (dijo Marcos con cierta vacilación). Creo que sí podría darme un poco de tiempo
para esa taza de café.
V: Bien (Victoria
lo condujo hacia la cocina. Mientras Marcos
se sentaba a la mesa, ella llenó una taza con el humeante y aromático líquido y
la puso sobre la mesa) ¿Cómo le gusta?
M: Negro y dos de
azúcar.
Victoria se sentó
enfrente de él, todavía un poco turbada. La mente le daba vueltas. No quería dar a Marcos una segunda mala
impresión. Le preocupaba que él pudiera
confundir su amabilidad con algún incipiente interés romántico. Buscó alguna forma diplomática de disolver de
antemano toda confusión en ese sentido.
M: Me gustaría
pagarle (señaló Marcos, interrumpiendo las reflexiones de ella.
Marcos tenía su
libreta de cheques sobre la mesa y una estilográfica dispuesta para extender un
cheque. Victoria parpadeó sin
comprender.
V: ¿Por un café?
M: Por cuidar de
Nicole.
V: No, por
favor. No me causó la menor molestia.
M: ¿Y qué hay del
traje para el festival artístico? Sin duda le debo algo por eso.
V: No. Yo tenía esa tela guardada desde hace años. De
no haberla usado para los vestidos, sin duda la habría tirado a la basura.
M: Pero su tiempo
y su esfuerzo deben valer algo.
V: Fue el mismo
trabajo coser dos que uno. Y me gusta
coser. De cualquier manera, ya habrá
alguna oportunidad para que me pague el favor. Soy una nulidad en cuestiones de electricidad
y peor aún con las cañerías.
Victoria no pudo
creer que ella había dicho eso. Marcos Guerrero
no parecía el tipo de hombre que hace reparaciones domesticas.
M: No tenga
empacho en pedírmelo. Si yo no lo puedo
arreglar, le buscaré quién lo haga.
V: Gracias (dijo Victoria,
tranquilizándose).
Ahora que
charlaba con Marcos, se daba cuenta de que era amable y simpático.
C: Mami (gritó Cristina
entrando como torbellino a la cocina). ¿Ya
invitaste al señor Guerrero?
V: ¿A qué?
C: A que venga a
cenar con nosotras alguna noche de estas.
Victoria sintió
que el rubor le teñía hasta la punta de los cabellos. Cristina había hecho parecer la invitación
como una treta fraguada entre las tres con intenciones románticas.
Nicole, que entró
a la cocina después que su amiga, proporcionó una oportuna interrupción.
N: Papi, Cristina
y yo queremos mostrarte nuestro número para el festival.
M: Me encantaría.
¿Le molesta, Victoria?
V: Por supuesto
que no.
C: Mi mami
terminó los vestidos anoche. Nos cambiaremos y regresaremos pronto (anunció Cristina,
con su voz aguda de entusiasmo). Las dos
jovencitas se escabulleron de prisa. En
cuanto estuvieron fuera de la cocina, Victoria se puso de pie con presteza y
llenó su taza de café. En realidad
estaba buscando una manera de hablar con Marcos francamente, sin causarle o
causarse engorro. Pensó con ironía que
cualquiera que la viese en ese momento encontraría difícil creer que era una
eficiente ejecutiva que dirige la empresa de golosinas del País.
V: Creo que
debería explicarle algo (dice por fin).
M: ¿Sí? (Marcos
siguió los movimientos de Victoria por la cocina. Victoria parecía incapaz de permanecer en un
solo lugar por más de unos segundos. Se
movía de la cafetera al refrigerador, del refrigerador a la estufa, hasta que
se detuvo allí un momento. Entrelazó los
dedos a la espalda e inhaló profundo antes de atreverse a hablar).
V: Quiero que
sepa que cuando Nicole se queda con Cristina y conmigo está en buenas manos.
M: Y yo se lo
agradezco (dice Marcos con una cortés inclinación de cabeza). Pero tengo la impresión de que Cristina, y
quizá también Nicole, quisieran que usted y yo nos... Conociéramos mejor, que
nos tratáramos, si me entiende lo que quiero decir (pensó para sí, ¡cielos, qué
tonta se sentía!) Bien, lo que quiero
decir es que no estoy interesada en relaciones románticas. Yo tengo demasiadas cosas que hacer para
mezclarme en complicaciones sentimentales y no quiero que usted se sienta
amenazado por la motivación de ambas chicas. Discúlpeme por ser tan franca, pero creo que
es mejor aclarar esto. Esta invitación a
cenar fue idea de Cristina, no mía. No
quiero que piense que yo tuve algo que ver al respecto.
M: Una invitación
a cenar está lejos de ser una proposición amorosa.
V: Cierto (Victoria
se sintió más tonta). Pero... no quiero
que piense que estoy interesada en usted... románticamente (se desplomó en la
silla, se apartó los cabellos de la frente y lanzó un largo suspiro). Creo que estoy enredando las cosas, ¿verdad?
M: No. Si entiendo bien, lo que quiere decir es que
preferiría que seamos amigos y nada más.
V: Exacto (complacida
por la comprensión de Marcos, Victoria se enderezó en su asiento).
M: Para serle
sincero, yo pienso lo mismo (procedió a explicar). Estuve casado una vez y es más que
suficiente. Victoria asintió con
entusiasmo.
V: Cierto. Me
gusta la vida tal como es. Cristina y yo
somos muy unidas y quiero seguir disfrutando de mí intimidad. Mi carrera profesional marcha muy bien.
M: Lo mismo que
yo, lo que menos necesito ahora es una mujer que complique mi vida (Marcos hizo
una breve pausa, luego preguntó) ¿Cuánto hace que está divorciada?
V: No, yo nunca
me casé, pero tuve varios desengaños amorosos.
Hubo un breve
silencio y luego Marcos tendió una mano a Victoria.
M: ¿Amigos?
V: Amigos.
Ambos
sonrieron. Ambas chicas le presentaron
su número musical a Marcos y Victoria y ambos las felicitaron.
Había pasado ya
casi una semana desde que Victoria habló con Marcos. Estaba satisfecha de la forma en que habían
sucedido las cosas esa tarde; ahora se entendían, a pesar del desastroso primer
encuentro.
Esa mañana del
sábado, mientras desayunaban, Cristina le comenta a Victoria:
C: Puesto que el
señor Guerrero no podrá estar aquí para el festival artístico el miércoles,
quiere llevar a Nicole y a mí a cenar el sábado por la noche (le dice Cristina
a Victoria) ¿Me das permiso?
V: Sí (contestó Victoria
distraídamente, mientras recorría la primera página del periódico vespertino
del sábado).
C: Mami, creo que
lo mejor sería que tú hablaras con el papá de Nicole (sugirió Cristina).
V: Está bien,
tesoro (Victoria buscó la tira de Garfield, su gato favorito, en la sección
cómica del periódico).
C: ¡Mami! (exclamó
Cristina con impaciencia). El señor Guerrero
está al teléfono ahora. No puedes
hacerlo esperar así. No es correcto.
Victoria dejó a
un lado el periódico y se puso de pie con presteza.
V: ¡Cielos! ¿Por
qué no me lo habías dicho?
C: Te lo dije. De veras, mami, creo que la estás perdiendo.
Fuera lo qué
fuese que ella estaba perdiendo,- parecía algo serio. Al momento en el que Victoria entró a la
cocina, Cristina le puso el auricular en la mano.
V: Habla Victoria
M: Soy Marcos (se
oyó al otro lado de la línea). No se
sienta mal, Nicole también piensa que yo la estoy perdiendo.
V: Lo tomaría más
en serio si supiera qué es lo que estoy perdiendo.
M: Yo también (coincidió
Marcos).
Victoria pudo
percibir la risa en su voz.
M: Señora Fernández,
¿le parece bien la cena el próximo sábado por la noche?
V: No veo
inconveniente.
M: Magnífico. Las chicas sugirieron la fuente de sodas de la
que siempre están hablando.
V: El Palacio
Rosa (dijo Victoria y logró tragarse una pequeña risa. A Marcos le esperaba una noche loca con ese
par. El año anterior, Cristina había
convencido a Victoria de que la llevara allá para celebrar su cumpleaños. Las hamburguesas resultaron tan caras como si
fueran chuletones. La música era tan ruidosa
que Victoria tuvo dificultad para oír bien durante una semana. Y el lugar estaba atestado de adolescentes. Pero el helado era bastante bueno, eso sí). Por
cierto, (añadió Victoria) Nicole será bienvenida aquí cuando tenga usted que
salir de la ciudad la próxima semana.
M: Victoria, eso
es magnífico. No quería pedírselo, pero
la niña me ha estado hostigando con eso desde la última vez. Temía que la
volviera a dejar con la señora Lopez.
V: Será mejor si
se queda aquí, ya que ese día será el festival artístico.
M: ¿Está
completamente segura?
V: Sí. No hay el
menor problema.
M: Bien (Marcos
pareció aliviado). Y no se ponga muy
elegante para el sábado por la noche.
V: ¿El sábado por
la noche? (preguntó Victoria, desconcertada).
M: Sí. ¿No me
acaba de decir que está de acuerdo en que vayamos los cuatro a cenar?....
Continuará ....
No hay comentarios:
Publicar un comentario