jueves, 28 de noviembre de 2013

Capítulo 8

Cuando me enamoro

Capítulo 8

C: ¡MAMI! (gritó Cristina).  Te hablan por teléfono.
V: ¿Quién es, tesoro? , sin duda, alguien interesado en limpiar las alfombras o vender un lote en el cementerio.
C: No sé (respondió Cristina, deteniéndose el auricular sobre el hombro.  Bajó su voz casi en un susurro).  Pero sea quien sea, parece bastante raro.
V: Hola —contestó Victoria.  (Cristina iba a su cuarto).
M: ¿Puedes hablar? (la ronca voz masculina era sin duda la de Marcos).
V: Sí (Victoria miró hacia la habitación de Cristina para estar segura de que su hija no podía escuchar).
M: ¿Podemos vernos mañana para almorzar juntos?
V: ¿A qué hora?
M: Al mediodía en Sea Galley
V: ¿Sincronizamos nuestros relojes? (bromeó Victoria).

Había pasado una semana desde la última vez que habló con Marcos.  Mientras tanto, Cristina no había vuelto a hablar de unir a las dos familias.  Eso en sí era sospechoso, pero Victoria había tenido demasiado trabajo en la empresa como para pensar en ello.
M: No te hagas la graciosa, Victoria. Necesito tu ayuda.
V: Invítame a almorzar y soy toda tuya (Victoria se alegró de que Marcos no hiciera algún comentario sobre sus incautas palabras).
M: Entonces, nos vemos mañana.
V: Bien.
Una sonrisa osciló en las comisuras de los labios de Victoria al colgar el auricular.  Su mano permaneció allí por un momento mientras una inesperada oleada de dicha la inundaba.
C: ¿Quién era, mami? (preguntó Cristina, asomando la cara por el borde de la puerta.
V: Una... amiga; me invitó a... a almorzar con ella mañana.
C: Oh (la cara de Cristina era un estudio en escepticismo).  Por un minuto me pareció que era el señor Guerrero fingiendo voz de mujer.
V: ¿El señor Guerrero? Nada que ver, hija (dijo Victoria con una risilla forzada, luego cambió de tema).  Cristina, son las nueve y media.  Acuéstate ya.
C: Está bien, mami. Buenas noches.
V: Buenas noches, mi reina.
C: Que disfrutes tu almuerzo de mañana.
V: Gracias.
Victoria no se había apartado del teléfono, cuando sonó por segunda vez.  Con un sobresalto culpable, tendió la mano hacia el aparato.
V: Hola (contestó con voz vacilante, medio esperando que fuera Marcos otra vez). 
Pero fue la clara y firme voz de su madre la que le llegó a través de la línea.
E: Victoria, espero que no sea demasiado tarde para llamarte.
V: Por supuesto que no, mamá. ¿Todo en orden?    
La madre ignoró la pregunta y preguntó a su vez:   
E: ¿Cuál es el nombre de ese joven con quien sales?      
V: ¡Mamá! (dijo Victoria coa un suspiro exasperado).  No estoy saliendo con nadie.  Ya te lo dije.
E: Marcos Guerrero, ¿verdad?
V: Fuimos a cenar una vez con nuestras hijas y hasta allí llega nuestra relación. 
E: Pero, querida, tengo la impresión de que es un joven muy agradable.
Supongo que es el mismo Marcos Guerrero que es socio mayoritario de Deportes Extremos, ¿verdad?  Vi su nombre en el periódico esta mañana y lo reconocí enseguida. Mi amor, tu padre y yo estamos muy contentos de que estés saliendo con un hombre y le des una oportunidad al amor pero sobre todo en darle esa figura paterna a nuestra Cristy.
V: ¡Mamá, por favor! (exclamó Victoria).  Marcos y yo sólo somos amigos. ¿Cuántas veces debo decirte que no hay nada más?  Cristina y su hija, Nicole, son amigas inseparables.  Te juro que no hay...
E: Victoria (la interrumpió su madre).  La primera vez que pronunciaste su nombre, noté algo en tu voz que le había faltado por mucho tiempo.  Podrás engañarte a ti misma, pero no a mí.  Te gusta ese tal Marcos (la voz de la mujer se suavizó).
V: Mamá, nada sucedería aunque él me atrajera, aunque no es así (bien, esto último no era verdad, pero el resto sí lo era).
E: ¿Y por qué no?
V: porque al igual que yo, la idea del matrimonio no está en nuestros planes.
E: Tonterías (bufó su madre).
Victoria supo que más valía no liarse en una batalla verbal con su empecinada madre.  Pero Elenita continuó..
E: Victoria, mi amor, has venido ocultándote tras un muro de frialdad e indiferencia durante todos estos años.  No dejes que lo sucedido entre Antonio y tú arruine tu vida. Marcos Guerrero te gusta y no puedes negarlo.
V: Mamá...
E: Mereces ser feliz, hija.  No lo olvides.

Al mediodía del día siguiente, Victoria dejó su auto en el estacionamiento del Sea Galley.  Marcos ya estaba allí, esperándola a la entrada.
V: Hola (saludó ella con una amigable sonrisa, cuando él se le acercó).
M: ¿Qué? ¿Esta vez no hay disfraz?
Victoria rió, un poco avergonzada.
V: Cristina no conoce a nadie que venga a comer aquí.
M: Me alegro.
La sonrisa de Marcos era tan cálida que habría derretido un iceberg.
M: Me alegra verte (agregó él, tomándola del brazo para escoltarla adentro del restaurante).
V: Lo mismo digo (aunque no lo había visto durante una semana, Marcos nunca se apartó de sus pensamientos).  
Nicole se había quedado con ella y Cristina cuando él viajó a New York para quedarse allá dos días a mediados de la semana anterior, ni siquiera le preguntó cómo había estado su viaje cuando él regresó a recoger a Nicole.  Su conversación fue breve e insubstancial, pero el alivio de que Marcos hubiera llegado con bien, la mantuvo despierta por horas.  Después estuvo furiosa consigo misma por preocuparse tanto.

La camarera del Sea Galley los acomodó de inmediato y les entregó los menús.  Victoria ordenó café y ensalada de camarones.  Marcos pidió lo mismo.
M: La semana próxima es el cumpleaños de Nicole (anunció él, escudriñándola con la mirada).  Hoy entregará en la escuela las invitaciones a la fiesta.
Victoria sonrió y asintió.  Pero los ojos de Marcos retuvieron los de ella y algo indescifrable tembló en ellos.
M: En un momento de debilidad le dije que podía hacer una fiesta en pijamas.
V: Sí, recuerdo que Nicole mencionó algo sobre esa fiesta (dijo Victoria).  Es obvio que eres más valiente que yo.
Marcos cambió varias veces de lugar los cubiertos sobre su plato, estaba nervioso.
M: Sé que convenimos en no hacer cosas juntos.  Pero necesito consejo... de una amiga.
V: ¿Qué puedo hacer?
M: Victoria, no tengo la menor idea de cómo entretener a un batallón de adolescentes de 12 años.  La sola idea de tener un montón de muchachitas escandalosas en mi casa me provoca verdadero terror.
V: ¿Cómo quieres que te ayude?
M: ¿Serías capaz...? (la miró esperanzado; luego sacudió la cabeza, arrepentido de lo que iba a decir).  No, no puedo pedirte eso.  Además, no queremos dar a nuestras hijas ideas equivocadas respecto a nosotros.  Lo que necesito en realidad son algunas ideas sobre cómo mantener ocupadas a esas jovencitas. ¿Qué hacen los otros padres?
V: Ja, Otros padres no se meten en esos líos.
Marcos se apartó un mechón de cabello de la frente y frunció el ceño.
M: Temía que me dijeras eso.
V: ¿A qué hora se supone que llegarán las invitadas?
M: A las seis.
V: Marcos, eso es demasiado temprano.
M: Lo sé, pero Nicole insistió en que sirviera mis tacos a la Marcos, y se le ocurrió la loca idea de que las jovencitas se metieran a la cocina para mirarme prepararlos.
Victoria frunció el entrecejo.
V: Eso no es una buena idea.  Terminarás con diez pares de manos tratando de ayudarte y el resultado será el caos absoluto.
M: Eso pensé yo.  ¡Cielos, Victoria! ¿Cómo me fui a meter en este embrollo?
V: Ordena pizza (sugirió ella).  A todo el mundo le gusta.
M: Pizza.  Está bien. ¿Y qué me dices de los juegos?
V: Películas (sugirió Victoria).  Muchas películas.  Puedes llamar temprano y reservar un par de nuevos estrenos y agregar alguna antigua favorita de ellas; algo cómico y musical con muchos chicos y chicas y ese tipo de cosas.
Los ojos de Marcos se iluminaron.
M: Buena idea.
V: Y si realmente te sientes osado, puedes llevarlas a patinar sobre ruedas.
M: ¿Patinar? ¿Crees que les gustaría?
V: Les encantará, en especial si se corre la voz de que estarán en la pista el viernes por la noche.  Así varios chicos se las arreglarán para estar allí también.
Marcos asintió y esbozó una sonrisa.
M: ¿Y crees que eso mantendrá a todos contentos?
V: Estoy segura.  Primero hay que cansarlas, mucha acción física, luego les pones una película en la sala, con las luces bajas, y te garantizo que antes de la medianoche todas estarán profundamente dormidas.
Sus ensaladas llegaron y Marcos hundió su tenedor en un gordo y rosado camarón; luego hizo una pausa.
M: Ahora, ¿qué fue eso que me dijiste anoche respecto a enviarte a almorzar y luego serías mía?
V: Fue un lapsus mental (murmuró Victoria, bajando la mirada a su ensalada, un poco avergonzada de sus palabras el día anterior).
M: Eso temía.
Ambos rieron y Victoria se sintió a gusto.  Nunca había tenido una relación así con ningún hombre.  No estaba en guardia como casi siempre, temerosa de que su acompañante tratara de llevar las cosas muy lejos demasiado pronto.  Marcos era su amigo y saber que aún había hombres como él, renovaba la fe de Victoria en el sexo opuesto.  La amistad con Marcos la tranquilizaba, le daba seguridad; pero la innegable atracción que él ejercía en ella, aún la asustaba.
M: De verdad aprecio tus sugerencias, (expresó él y después los dos se concentraron en comer sus alimentos un rato).  He estado con esta especie de susto los últimos tres días.  Quizá no fue muy inteligente de mi parte llamarte a tu casa, pero estaba desesperado.
V: Todo saldrá bien, pero recuerda: es importante no soltar demasiado las riendas.
M: De acuerdo.
Marcos se llevó otro camarón a la boca y luego agregó:
M: No sabes cuánto te agradezco esto.
Victoria sonrió.
V: Para eso son los amigos. bien, pero recuerda: es importante no soltar demasiado las riendas.
M: De acuerdo.
Marcos se llevó otro camarón a la boca y luego agregó:
M: No sabes cuánto te agradezco esto.
Victoria sonrió.

V: Para eso son los amigos.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario